BERZOCANA.- La foto y su pie
La nieve de primavera ha llegado a las tierras de La Charca del Puerto, en Berzocana. No lo ha hecho llegando desde la sierra cabalgando sobre el aire frío. Esta vez ha subido con la savia desde los nutrientes suelos, tronco arriba, hasta abrirse sobre las ramas cual si hubiesen llegado hasta ellas cientos de miles de mariposas blancas que se han posado delicadamente sobre las ramas de los cerezos.
Tras la tristeza invernal de los campos, lo cerezales de Berzocana estallan. Se abren al sol y a las largas tardes de luz. De alguna forma, invitan a unos y otros a compartir sus nieves del tiempo, a acercarse a ellos y acompañarlos día día en su camino hacia un incendio sin fuego. Hacia un rojo encendido que cubre los espectaculares atardeceres de la Villuercas en un arco iris de tonalidades rojizas en que cerezos y rayos solares, surgiendo desde las dehesas del oeste, se funden en la paleta de rojos de un gigantesco e imaginario pintor de los campos extremeños.
Pero eso será más tarde. Allá cuando el sol comience a apretar en los campos y en las calles de la villa y junio haya doblado ya su mitad. Cuando Berzocana engalane sus calles para la festividad del Corpus Cristi.
¡Campos de cerezos peinados de blanco!. En mi retina revive el solitario cerezo de La Umbría del Cura, en el Cogorro. Apenas conocíamos alguno más. Ahora han cambiado el paisaje del concejo y han abierto nuevos caminos a la producción agrícola.