Los dibujos existentes en los calabozos del Juzgado de Cangas del Narcea serán Patrimonio Cultural de Asturias .

Algunos se le atribuyen al destacado pintor y dibujante gallego José Otero Abeledo, alias «Laxeiro»

MERA.- Juzgado
MERA.- Juzgado

Según la Resolución de 23 de enero de 2014, de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte, se incoa expediente para la inclusión en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias de los dibujos y grafitos existentes en las celdas de los juzgados de Cangas del Narcea.

Seguro que algunos de mis lectores ya saben de la noticia e incluso la conocen en profundidad. Sin embargo no queremos dejar que este hecho pase desapercibido para esta página “De Acebo y Jara” y quede así de alguna manera en el archivo del tiempo

“En las celdas del edificio de los juzgados de la villa de Cangas del Narcea se conserva una serie de dibujos y grafitos realizados durante la guerra civil y la posguerra por presos allí detenidos. Se trata de  diversas representaciones que plasman temáticas diversas pero en su mayor parte ligada a la propia guerra civil (calendarios de 1937-1938, retratos de generales, soldados, tanques, escenas de combates aéreos), que tienen un alto valor histórico y cultural, por cuanto son testimonio de la vida cotidiana de los presos de este período”.

Considerando el interés patrimonial de esta construcción y visto el acuerdo del Consejo del Patrimonio Cultural de Asturias de fecha 11 de enero de 2013 por el que se propone la inclusión en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias de este conjunto de representaciones pictóricas existentes en las celdas de los juzgados de Cangas del Narcea.

Descripción de los dibujos y grafitos según la memoria realizada por Pelayo Fernández Fernández, Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Oviedo.
2Los dibujos y grafitos de los juzgados de Cangas del Narcea constituyen uno de los aspectos más destacados de la Guerra Civil y de la posguerra en Asturias. Las cárceles fueron el lugar de residencia de centenares de pintores, escultores, dibujantes, escritores, artesanos, maestros de escuela, etc. Allí llevaron a cabo una destacada actividad artística y cultural, hoy día poco valorada y estudiada. Junto a ellos estaba el campesino, el agricultor, el trabajador, el hombre de la calle, sin formación académica ni profesional cuya presencia también se deja ver en estas celdas ya que a causa de su desesperanza y horror (fusilamientos, palizas, hambre, suciedad, enfermedades y sobre todo frustración) dejaron escenas y mensajes trágicos que conmueven la sensibilidad de quien los lee y estudia. Los creadores no pretendían hacer obras estéticamente bellas sino testimoniales, denunciando hechos y situaciones concretas. Buscaron en la expresión y en el dibujo un medio de salida hacia delante, de liberación personal y de rebeldía, denunciando sus temores, su situación de pánico y miedo al que estaban sometidos. Recrearon aspectos no solo militares sino de la vida cotidiana de los presos, como la comida, el amor y el trabajo. Abundan las caricaturas que ponían de manifiesto el lado humorístico de sus autores y las escenas de cabaret. Por tanto, con temáticas diferentes, ofrecían un testimonio de cómo era la vida de los presos republicanos en las cárceles durante la Guerra y después de ella.

Los dibujos y grafitos se ubican en tres celdas, una en el piso inferior y en dos del piso superior aunque los dibujos de uno estos calabozos son posteriores a la Guerra Civil, de los años cincuenta del siglo pasado. No obstante, son grafitos destacados si tenemos en cuenta que la Guerra Civil no influyó demasiado en Cangas, pero sí la posguerra, ya que en estos lugares las partidas de guerrilleros republicanos se seguirían resistiendo y eran encarcelados.

 El lugar


El edificio de los juzgados de Cangas del Narcea fue diseñado por el arquitecto provincial Andrés Coello en 1861. Pero no fue hasta 1878 cuando, con un proyecto reformado por el arquitecto Javier Aguirre Iturralde (San Sebastián, 1853-1909), se reanuda su construcción que concluirá definitivamente en 1892. Los calabozos se encuentran en la parte posterior del edificio y se distribuyen en dos alturas. En la inferior a la que se accede por una puerta desde el hall principal se abren varias celdas en torno a un pasillo central, unas reformadas con un nuevo enlucido, otra alberga el archivo del juzgado de Cangas del Narcea, descolocado y en mal estado de conservación, y en otra están los dibujos y graffitis. Es una celda de planta rectangular, de 2,35 x 4,16 m aproximadamente (9,7 m²), de considerable altura. Cuenta con un único vano de iluminación y el techo es plano. Es una ceda construida con mampostería irregular, revocada y enlucida sobre el cual se aplica directamente el dibujo. Su estado de conservación es muy deficiente ya que presenta desconchados en el enlucido, grandes suciedades, humedades, filtraciones de agua y agrietamientos en el muro.

1Por su parte, en la planta superior a la que se accede por una escalera de madera en forma de caracol hay varias celdas más, aunque solo dos de ellas poseen dibujos y grafitos. El resto de ellas están tapiadas y cerradas por una puerta de madera. En ellas se muestran dibujos de diferentes períodos, tanto de la Guerra civil (1936-1939), como de la posguerra y son los de mayor calidad de todo el juzgado. Los dibujos más abundantes son los realizados entre 1937-1939. Entre ellos destacan varios retratos, uno del General Franco y varios mapas de geografía de España y de algunas de sus provincias, con sus límites, principales ríos, vías de ferrocarril y en algunos casos la distancia de los principales núcleos de población con la capital de España. En cambio, los dibujos de posguerra, generalmente de los años cincuenta, son de menor calidad, la mayor parte de ellos son simples garabatos o esbozos y se reducen a escenas de cabaret y sobre todo a inscripciones con nombre de presos y lugares de población.

Técnica
Técnicamente son muy sencillos, con escaso valor artístico pero con alto valor cultural ya que constituyen un testimonio revelante de un aspecto destacado de la Guerra Civil en nuestra región. Todos ellos son dibujos monocromos, en blanco y negro, realizados con lápiz de carbón, no habiendo restos de pintura mural. El lápiz se aplica directamente sobre el soporte, en este caso el revoque y enlucido del muro que está sobre la mampostería de piedra irregular. No hay evidencias de un dibujo preparatorio. El muro no es completamente liso sino algo rugoso, lo que condiciona las características de los trazos del lápiz. Parece que algunas inscripciones se realizaron con balas como se dice en algunas de ellas («Aún me quedan balas para dibujar»).

Temática
Los dibujos y grafitos muestran una temática diversa pero en su mayor parte ligada a la Guerra Civil (calendarios de 1937-1938, retratos de generales, soldados, tanques, escenas de combates aéreos, etcétera). Pero también hay otras temáticas, como mapas geográficos de algunas provincias españolas, representaciones ingenuas de casas tradicionales asturianas, macetas con flores, caricaturas y retratos, bicicletas, barcos, animales (gatos y gallos), trenes con vagonetas de carbón y alguna escena erótica o de cabaret.3

Los calendarios son abundantes en la celda del piso inferior. En total son cuatro (ficha 2). El más destacado es el del mes de diciembre de 1937 y de los ocho primeros días de enero de 1938, ubicado en la pared lateral izquierda, debajo de un dibujo de combate aéreo; otro de mayo de 1938, en el interior de pared frontal, otro de abril del mismo año, en el borde la puerta, y a su lado otro sin fechar. En ellos siempre aparece el nombre de los días de la semana (de lunes a domingo), en letra redonda y la inicial en mayúsculas aunque también pueden aparecer abreviados como en los dos calendarios de 1938. En ellos, el preso iba tachando los días que iban pasando desde su ingreso en prisión y en uno de 1938, se dice «días condenado esta pena muerte». No tienen un valor artístico destacado pero si un alto valor cultural ya que ejemplifican un testimonio muy revelante de la Guerra Civil.
Junto a los calendarios encontramos escenas aéreas de combates militares (fichas 1/4-5). Hay varias en el calabozo inferior y otra en el superior, uno de los mejores dibujos conservados. En ellas se representan aviones de combate, acaso italianos o españoles, distribuidos en distantes posiciones, siempre sobre un fondo plano, destacando el avión situado en escorzo de la composición de la celda superior, lo que confiere profundidad y originalidad al conjunto. Afortunadamente, conocemos la identidad del autor que dibujo las escenas del calabozo inferior: «Jesús Capuchas o Capuchis» cuya firma aparece al lado de la mayor parte de los aviones. Parece que son anteriores a diciembre de 1937 ya que el nombre de este preso figura en el calendario de diciembre de ese año, cuando fue condenado a muerte. Estas escenas indican que el autor tenía amplios conocimientos de aeronáutica.

Los retratos son muy destacados. Dentro de este género hay que diferenciar entre el retrato realista figurativo (como el del General Franco), la caricatura y los retratos ingenuos. El retrato figurativo está ampliamente ejemplificado en el calabozo superior. Son dos retratos, uno del General Franco dentro de un mapa de España compuesto por líneas curvas de cierto expresionismo y otro en la pared lateral, de un general, acaso Emilio Mola o Gonzalo Queipo de Llano (fichas 13/14). Ambos son retratos de busto, donde destaca la captación realista del retratado, situados frontalmente hacia el espectador, tratados con cierto hieratismo, con la mirada perdida, sobre un fondo completamente plano de tonalidad amorronada. Ambos visten traje de general y se omiten los símbolos y emblemas de su rango.

Estéticamente, destacan por el buen tratamiento y ejecución en el dibujo, caracterizado por el empleo de negro con amplios matices de grises, realizado con lápiz de grafito sobre fondo de color. También es frecuente encontrarnos con alguna caricatura. Las más destacadas son el rostro de un hombre fumando, del calabozo inferior, y dos hombres de un calabozo superior, datada en 1958 (fichas 3/16). Siempre aparecen los personajes representados de perfil acompañados de alguna inscripción. En ellos se exagera sus rasgos fisonómicos. Ponen de manifiesto que el humor aún seguía vivo y punzante a pesar de los difíciles momentos que les tocaba vivir. Son imágenes directas que reflejan las inquietudes y preocupaciones de los presos. Finalmente, es frecuente encontrarnos con los retratos ingenuos que hoy podríamos calificar como de garabatos y esbozos. Son retratos sin volumen, no hay claroscuro ni proporciones y son completamente planos. Los hay del rostro y de cuerpo entero. En ellos destaca la captación de la silueta del cuerpo.

4También es muy destacada la temática que representa medios de transporte y trabajo. Aparte de los aviones y tanques de combate, destacan los trenes compuestos por la sucesión de varias vagonetas de carbón. Se conservan dos: en el principal, dibujado en el interior de la pared principal de la celda inferior, constan de diez vagones representados como cajas cuadrangulares cargadas de carbón, simbolizado con un triángulo negro. En la parte interior pequeños círculos oscuros que simbolizan las ruedas. El tren sale de la mina representada de forma semicircular y es conducido por un burro representado de perfil. También hay alguna representación de coches y bicicletas. En el calabozo de la planta superior hay un graffiti de una bicicleta fechada en «1951», firmada por «LUIS EL BHE», con una dedicatoria que dice lo siguiente: «Entre el 18 de otubre / y salgo el día que me lo manden». Es una representación realista de una bicicleta con armazón, sillín, ruedas con radios y manillar. Finalmente, hay alguna interesante representación de barcos civiles e incluso un barco pirata. En el calabozo inferior hay dos civiles: uno dentro del mapa de las Provincias de Oviedo y Santander y otro en una de las paredes, ambos representados de la misma manera: con una base y sobre ella una superestructura rematada por chimeneas, cuatro en uno de los barcos y tres en el otro. Los camarotes están señalados bien por círculos o por ventanas cuadrangulares. Ambos llevan bandera en la popa e incluso en el barco del Mapa del Litoral Cantábrico (ficha 10) se intuye el ancla y un bote.

Destacados son los mapas de geografía. Se conservan tres en el calabozo inferior: un mapa de la provincia de Madrid (ficha 9), otro del Litoral Cantábrico (provincias de Lugo, Asturias, Cantabria y Vizcaya; ficha 10) y otro de España (ficha 8). Los dos primeros están rodeados por una moldura a modo de enmarque, doble en las esquinas. Ambos son de 1937, estando el primero de ellos fechado en su remate: «13 de agosto de 1937». En el Mapa de la provincia de Madrid figuran, en letra redonda, los núcleos de población más destacados y en algunos casos la distancia en kilómetros con la capital de España, así como, la identidad de algunos accidentes geográficos y la línea de ferrocarril. Los límites provinciales están delimitados por una línea de cruces, figurando Madrid en el centro de la composición. En el mapa están identificadas todas las provincias limítrofes con sus respectivos nombres, siguiendo este esquema: letra redonda en minúscula, excepto las iniciales, y con provincia en abreviatura (por ejemplo, Prov. de Segovia). En la provincia de Madrid figuran los principales ríos y poblaciones. A su lado está el Mapa del Litoral Cantábrico que ejemplifica las poblaciones y accidentes geográficos más destacados de las antiguas provincias de Oviedo y Santander (hoy, de Asturias y Cantabria) y Vizcaya: ríos, puertos de montaña, principales faros, red de comunicaciones, capitales de provincias y principales núcleos de población. También ejemplifica algunos lugares de las provincias limítrofes con esta: Lugo y León. Las provincias están separadas por una línea de cruces y es un mapa bastante fiel a lo que en realidad es la fisonomía de estas provincias. Los principales faros aparecen representados con un triángulo, sobre una base de color negro, del que salen líneas discontinuas, a modo de destellos de luz. Comienzan en el occidente, con el de Tapia de Casariego y concluye con el de Santander, en la parte extremoriental. También figuran las principales poblaciones costeras. En el corazón del mapa de Asturias están Oviedo, capital de la Provincia, y la carretera que la comunica con los otros dos enclaves urbanos de la provincia: Gijón y Avilés, así como la carretera hacia Ribadesella y los Picos de Europa, señalizados como otros puertos de montaña con un triángulo. También es destacada la carretera Oviedo-Pajares que transita hacia Busdongo (León). Por su parte, en la provincia de Santander figuran los faros de San Vicente de la Barquera y Santander ciudad. Concluye con el Nervión y Bilbao. En la parte inferior la extensión en kilómetros y en habitantes de ambas provincias. En la parte superior hay un símbolo que podría simbolizar el transbordador del Nervión (Puente de Vizcaya) que cruza el río Nervión, al Oeste de Bilbao, diseñado por el arquitecto vizcaíno Alberto de Palacio y Elissague, terminado en 1893 (declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2006). Estos mapas acaso fueron realizados por un maestro de escuela con amplios conocimientos de geografía.5

Finalmente, el Mapa de España (ficha 8) es el más destacado de todos. Ejemplifica las provincias españolas con sus capitales y unas cifras que acaso hagan referencia a la extensión en kilómetros de cada una de ellas. También ejemplifica los países limítrofes: Francia y Portugal, y la zona Norte de África. Está dentro de una hornacina compuesta a base de motivos artísticos tomados del pasado clásico y moderno, enmarcada por una columna entorchada con veintiún espiras en cuyo capitel fusiona los tres órdenes clásicos: dórico, jónico y corintio. La hornacina esta remata por una moldura que parece que imita las antiguas peinetas del último barroco. Incluso vemos imitaciones vulgares de las rocallas tardobarrocas. Es un mapa fiel a lo que en realidad es la distribución geográfica del país. Advertir que en el mapa no figuran las Islas Canarias ni las Baleares. Acaso fue realizado por un artesano en el que también intervino un maestro de escuela.

Otros temas son los extraídos del mundo de la naturaleza, tanto de la flora como de la fauna. Destaca la Maceta con flores del calabozo inferior (ficha 7), compuesta por la maceta, propiamente dicha, de la que sobresalen algunas ramas con hojas, terminadas en flor. La maceta está sombreada, lo que le confiere volumetría. En los calabozos superiores se conservan algunas representaciones figurativas de animales, como un gallo (ficha 16), acaso realizado por un tal Faustino Fidalgo y un gato negro (ficha 13) que por su forma se podría identificar como el símbolo anarquista ya que se muestra con la espalda arqueada y sacando las uñas. Fue diseñado por Ralph Chaplin, una conocida figura dentro del sindicato estadounidense Industrial Workers of the World (trabajadores del mundo). Estilísticamente, destaca por el buen tratamiento y ejecución en el dibujo, de colores apagados, en este caso el negro sin demasiados matices de grises, realizado todo ello con lápiz de grafito. Al carecer de sombras y matices, el dibujo no muestra volumetría. También se han localizado varias representaciones de gallos.

Para concluir este apartado de la temática de los grafitos tenemos que referirnos a las escenas eróticas, de cabaret y desnudos femeninos (ficha 16). Se encuentran todas dibujadas en las paredes interiores de una celda del piso superior. Una hace referencia a una mujer desnuda corriendo, sin manos y pies. Como en aquellos retratos ingenuos, el autor captó solamente las líneas que definen las principales partes del cuerpo sin insistir en detalles: piernas, brazos, senos y cabeza. Es una representación plana, bidimensional, sobre un fondo también plano, blanco. No hay profundidad ni volumetría, solo la silueta de la figura. Parece que recuerda lejanamente las representaciones femeninas de la época clásica de Picasso. Al lado de ella, una mujer representada en menor escala y en ropa interior, como otra mujer de la pared de enfrente.

Inscripciones
Otro aspecto a tratar es el de las inscripciones y los mensajes escritos en las paredes. Generalmente son mensajes de presos republicanos, versos, dedicatorias, sus nombres y en ocasiones la fecha de ingreso en el calabozo.

Autoría
En cuanto a la autoría de los dibujos y grafitos se vislumbran varias manos: en primer lugar tenemos que hablar de la intervención de un tal «Jesús Capuchas o Capuchis» que así firma en varias ocasiones dibujos de aviones y escenas de combate aéreo. Estuvo preso en los calabozos de Cangas del Narcea en 1937, cuando falleció en diciembre de ese mismo año ya que aparece en una de las filas del calendario de ese mismo mes y año dibujado en una de las paredes de la celda del piso inferior. Aparentemente, parece que solo dibujaba y, en ocasiones, esbozaba escenas de combates aéreos y conocía perfectamente los tipos de avión, lo que hace suponer que tenía conocimientos de aeronáutica aunque poca formación artística. Un dato importante es que sabía escribir. Este autor plantea unas composiciones siempre bidimensionales, sin profundidad, sobre un fondo plano y sin gradación tonal, lo que es imprescindible para conseguir volumetría en el dibujo. Sus aviones se caracterizan por el empleo del negro en contraste del blanco de la pared, aplicado con lápiz de carbón. Son aviones italianos o españoles por el triple círculo dibujado en sus alas, acaso perfilado con monedas.

6En segundo lugar se ven unos dibujos de buena calidad, hechos por una persona con formación académica. El análisis grafológico de los dibujos demuestra que sabía escribir, conocía la gramática y la ortografía y no cometía faltas. Tenía abundantes conocimientos de geografía como demuestra en la plasmación del Mapa de la Provincia de Madrid y el Mapa del Litoral Cantábrico. En ellos establece los límites provinciales con una línea de cruces. En el Mapa de la provincia de Madrid señala la línea del ferrocarril, los principales ríos y poblaciones de la provincia y sus limítrofes, así como la distancia en kilómetros de algunas de ellas con la capital de España. En el Mapa del Litoral Cantábrico situó los principales faros de la costa Cantábrica, desde el más occidental de Asturias, el de Tapia de Casariego, hasta el faro de la ciudad de Santander. Los dibuja con un triángulo negro del que parten rayos de luz representados con una línea discontinua a modo de destellos de luz. Conocía las principales poblaciones costeras, los principales accidentes geográficos como ríos y montañas, representadas estas con pequeños triángulos, y las principales vías de comunicación y lo que es más importante su localización exacta en el mapa. Incluso parece que dibujó el trasbordador del Nervión (Puente de Vizcaya) en la parte superior. En la parte inferior, un cuadro con la extensión en kilómetros de cada provincia y su índice de población. A nuestro juicio, seguramente se trate de un maestro de escuela con amplios conocimientos de geografía aunque no se descarta que fuese alguien con una formación superior.

En cambio, en el Mapa de España se ve la intervención de otra personalidad, acaso un artesano o carpintero con formación artística, aparte de conocimientos de geografía. El mapa está dibujado en una hornacina con una columna de fuste entorchado con un capitel que imita los órdenes clásicos: dórico, jónico y corintio. El remate está inspirado en las antiguas peinetas del último barroco, compuesta por motivos que imitan las tornapuntas y rocallas de ese período. Por tanto, no se duda de la formación artística de este individuo. El mapa es bastante fiel a la fisonomía y distribución del país. En él figura Portugal, Francia y la zona Norte de África (Marruecos). Es un mapa provincial con el nombre de cada provincia acompañado de un número que acaso haga referencia a la extensión de cada una de ellas. No se descarta que en él haya intervenido el mismo maestro que dibujo los otros dos mapas de la misma celda.

Junto a ellos, se ve la intervención de presos sin formación artística que apenas sabiendo manejar el lápiz hacían composiciones ingenuas, simples esbozos, cuya temática era muy diversa, desde motivos militares, hasta las escenas de cabaret o eróticas. Se han distinguido tanques, coches, trenes con vagonetas de carbón tirados por burros, casas asturianas con corredor, soldados, anímales, caricaturas y retratos. Son representaciones con poco o nulo valor artístico. Son bidimensionales, sin profundidad y perspectiva. Carecen de gradación tonal y, por tanto, de volumen. Los retratos son de busto o de cuerpo entero y solo están captadas las líneas que definen las principales partes del cuerpo, la silueta, hecho por presos republicanos que lo único que les interesaba era dejar constancia o recordar a través de un simple dibujo a algún amigo o familiar suyo que seguramente no volverían a ver, como se demuestra en una escena familiar del calabozo inferior.

Llegados a este punto hay que hacer referencia a la intervención de un preso con formación artística destacada como se ve en dos dibujos de una de las celdas del piso superior: Combate aéreo y Retrato del General Franco. Son los dibujos de mayor entidad de toda la cárcel ya que en uno de ellos, Combate aéreo, está presenta la tridimensionalidad, lograda con la disposición es escorzo de algunos aviones, la volumetría mediante la gradación tonal, siempre en escala de grises. Nos hemos planteado a modo de hipótesis que ambas composiciones sean del pintor gallego José Otero Abeledo (Lalín, Pontevedra, 23 de febrero grafitos-Vigo, 21 de julio de 1996), alias «Laxeiro», según parece preso en estos calabozos de Cangas del Narcea en 1937. Si estuvo preso parece que fue por muy poco tiempo ya que durante los tres años de contienda permaneció en unas oficinas militares en la ciudad de Oviedo, donde realizó dibujos y algunos óleos de temática intrascendente sobre paisajes asturianos. Por entonces, su formación académica ya estaba completada, primero en Cuba y después en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Aunque no hay constancia de que estos dibujos sean suyos, lo complicado de la composición del Combate aéreo y la volumetría del Retrato del General Franco testimonia que si no son de su mano, lo son de un artista con formación académica.

José Otero Abeledo, alias «Laxeiro», fue uno de los pintores y dibujantes gallegos más destacados del siglo XX. Junto a Luis Seoane (Buenos Aires, 1910-La Coruña, 1979) y Carlos Maside García (1897-1958), formó el grupo de «Los renovadores» dentro de la vanguardia artística gallega y en cuya obra se manifiesta un distanciamiento del naturalismo regionalista con la fusión entre modernidad y tradición, con una figuración que sintetizaba tradición e innovación, con referencias al surrealismo metafísico y la etapa clásica de Picasso. Nació en Lalín en 1908 y falleció en Vigo en 1996. Durante su larga vida trabajó y expuso en diferentes ciudades de Europa y América Latina. A temprana edad, con trece años (1921), emigró a Cuba junto a su madre y hermano para reunirse con su padre, residente en La Habana. Allí estudió dibujo en el Centro Gallego, recibió un diploma de honor, y visitó exposiciones de pintura, especialmente de Zuloaga que marcó su obra de manera especial, sobre todo en su gusto por el negro como recurso expresivo. En sus obras de esta etapa como la Virgen María (1923) realizada en lápiz sobre papel muestra un pleno dominio de las sombras y el manejo del lápiz. Tras su estancia en La habana, en 1925 regresa a su lugar natal, Lalín, y los problemas económicos suyos y de su familia lo obligan a trabajar en las ferias como barbero, ocupación que supo combinar con el dibujo.

En 1931 fue pensionado por el Ayuntamiento de Lalín para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y en 1932 por de la Diputación de Pontevedra. En Madrid frecuentó la tertulia de «La Granja de Henar» con otros intelectuales gallegos, como Castelao u Otero Pedrayo, y coincide con los pintores Urbano Lugrís González y Arturo Souto. Allí conoce las experiencias republicanas y el ambiente político previo a la redacción del frustrado Estatuto de Autonomía de Galicia; así como toda la ideología política dirigida hacia la educación del pueblo queda prendida en la personalidad de Laxeiro. En el Museo del Prado tuvo la oportunidad de estudiar a los clásicos y conocer la pintura de José Gutiérrez Solana (Madrid, 1886-1945) que le influyó en sus carnavaladas y en las tonalidades amarronadas y negras su obra posterior. En estos años, su la pintura está orientada hacia un expresionismo muy influenciadas por la «estética del granito» que consiste en trasladar la textura escultórica a la pintura, con una pincelada grumosa, de aspecto áspero, que conforma formas volumétricas y redondeadas, con referencia a la orografía gallega. Los temas son de mitos y leyendas.

Acabada la Guerra, en 1940 se estableció en Pontevedra y al año siguiente pintó una de sus principales obras: el mural del Cine Balado, de Lalín, y es de nuevo pensionado por la Diputación de Pontevedra que recibe como contraprestación dos obras, Retrato de mi hija y El baño. En la década de los cuarenta su obra se mantuvo ligada al movimiento renovador, con una especial referencia a la orografía y a la escultura del románico, del barroco y de los canteros populares; el volumen y las formas tomadas de la etapa clásica de Picasso y como característica propia suya, un expresionismo en la pincelada unida a una gama cromática de los negros y tierras, tomada de la obra de Gutiérrez Solana que conoció durante sus estancias en Madrid.
Finalmente, en las dos últimas décadas del siglo XX, Laxeiro recibió varios homenajes. En 1981, Atlántica le dedicó una antológica con más de trescientos cuadros. En 1983, la ciudad de Vigo le dedicó un museo monográfico. La VIII Bienal de Pontevedra de 1985, le concede la Medalla de Honor y exhibe una antológica de su obra y en 1996 el Centro Cultural Conde Duque le dedicaron una retrospectiva antes de su muerte.

Estado de conservación
En cuanto al estado de conservación general de los dibujos y grafitos se podría decir que es deficiente. Aunque hay alguno mejor conservado que otro, en general están bastante deteriorados. Los mapas de la celda inferior son los que más han sufrido, han perdido la mayor parte de los nombres y el Mapa de España la mitad derecha por completo y los nombres y cifras escritos en su parte izquierda apenas se intuyen; lo mismo sucede con el Mapa del Litoral Cantábrico y el Mapa de la provincia de Madrid.

Las causas de este deterioro son bastante diversas, principalmente derivadas de los agentes de deterioro de su ubicación. En primer lugar, se aprecia una acumulación de suciedad en la superficie, aún mayor en los surcos incisos a posteriori, sobre todo en las que presenta mayor profundidad. Las manchas de humedad resultan evidentes. El revoque se encuentra descohesionado y las filtraciones de agua por la ventana han sido constantes. Las del calabozo superior se han perdido en parte por la aplicación de un nuevo enlucido al muro.

Conclusión
En conclusión podemos decir que resulta evidente la importancia de dicho conjunto. En primer lugar, por su variedad cronológica ya que son dibujos y grafitos de la Guerra Civil y de la posguerra; por su variedad temática, desde los simples temas cotidianos hasta las escenas de cabaret; por su alto valor histórico y cultural y por la calidad artística de algunos dibujos. Finalmente, las inscripciones aportan información sobre la vida cotidiana de los presos, su identidad, sus pensamientos, así como sus preocupaciones y aspiraciones.

cangas

 

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R. Mera

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