Tuña y Oviedo unidas por San Blas y las naranjas
Tuña celebró su feria de San Blas bajo el agua y el frío y con más nostalgias de tiempos idos que de actualidad económica. Por mucho que desde las partes interesadas se quiera seguir intentando vender la importancia de las ferias es visible y palpable la decadencia de las mismas a todos los niveles. De momento tan solo aguantan, y sin la pujanza de antaño, algunas de las más grandes y señaladas. Alguien me señalaba que estas ferias son ya mas de jubilados que de ganado en referencia a que son muchos de estos los que acuden al lugar que ganaderos y reses. También se echa de menos el bullicio de los niños. No ha aún mucho años la ferias eran días no lectivos y eso se notaba
En Tuña el personal llenó la plaza y la calle principal del pueblo, lo que indica que las ferias siguen teniendo atracción personal principalmente entre la gente mayor. Sin embargo, el número de cabezas de ganado no fue gran cosa: apenas medio centenar de cabezas de vacuno y media docena de ganado caballar. Las ventas tampoco fueron numerosas y los precios se mantuvieron con respecto a los últimos tiempos. Hasta hubo que buscar para encontrar algún que otro paisano con la tradicional bolsa de naranjas.
Pero aprovechando la festividad religiosa del día tres quiero contarles que no solo en Tuña es tradicional el celebrara an Blas con las naranjas, también en Oviedo. Parece ser que la cosa arranca allá por 1.854 cuando la comunidad religiosa de Santa María de la Vega fue expulsada de manera no muy ortodoxa de su monasterio por las autoridades civiles. Las monjas que allí vivían se refugiaron en el monasterio de San Pelayo. Con ellas llegó también la reliquia de San Blas y allí se trasladó la costumbre de venerar al santo y su reliquia el 3 de febrero de cada año, día en el que llegan muchas gentes de Oviedo y de otras partes de Asturias a rezar e implorar ayuda para sus dolencias.
Aprovechando la llegada de tantos romeros se celebraba la llamada “romería de las naranjas”, de la que se dice, al igual que la de Tuña es “la primera de las romerías ovetenses en el calendario anual”. Primero se celebraba en el campo de la Vega, donde se encontraba el monasterio de Santa María, y, más tarde, en la calle de San Vicente, donde se encuentra el monasterio de San Pelayo. Era la cofradía la responsable de organizar la romería; las naranjas, llegadas en carros desde las zonas asturianas más aptas para el cultivo de esta fruta, se vendían; y, aprovechando la gran concurrencia de gentes llegadas por los dos acontecimientos citados, se celebraba una fiesta de gran colorido, con gaita y tambor. Esto ha desaparecido actualmente, pero no así la mucha afluencia de gentes que se acercan a la iglesia del monasterio el día 3 de febrero de cada año para rezar a San Blas.
San Blas, relatan los escritos eclesiásticos, nació en Sebaste (en la actual Turquía), en el seno de una familia acaudalada y de padres nobles, que fue educado cristianamente y vivió entre los siglos III y IV. Tenía conocimientos médicos y practicaba el arte de curar como un sacerdocio. Con el transcurso del tiempo, tras quedar vacante la sede episcopal de Sebaste, ciudad de Capadocia, Armenia en la actualidad, sacerdotes y fieles lo eligieron como su nuevo pastor. Él se resistió al principio pero acabó aceptando y recibió las órdenes sagradas, primero de presbítero y luego de sacerdote, y los cristianos lo eligieron como obispo de Sebaste. Cuando el gobernador de Capadocia realizó una persecución contra los cristianos llegó a Sebaste y localizó la cueva de San Blas. Allí le encontraron en oración y lo arrestaron. El gobernador trató sin éxito de hacerle renegar de su fe. En la prisión, San Blas sanó a algunos prisioneros y, finalmente, luego de terribles torturas, murió decapitado el 3 de febrero, se cree que del año 316.
En Oviedo, en el Monasterio de San Pelayo se venera una reliquia de San Blas, reliquia que estuvo custodiada secularmente por las monjas benedictinas de Santa María de la Vega, monasterio fundado en el siglo XII, creándose más adelante una Cofradía de San Blas destinada a fomentar la piedad y la caridad entre sus miembros. Con la expulsión de la comunidad de Santa María de la Vega y su llegada a San Pelayo lo hizo tambiénla reliquia y allí se trasladó la costumbre de venerar al santo y su reliquia el 3 de febrero de cada año, día en el que llegan muchas gentes de Oviedo y de otras partes de Asturias a rezar e implorar ayuda para sus dolencias.