CANGAS DEL NARCEA: La fiscalía pide la máxima pena para los acusados de provocar la muerte de un oso en Porley
La Fiscalía de Asturias va a pedir la máxima pena para los dos acusados de provocar la muerte de un oso, tras caer en una trampa ilegal, en la localidad de Porley, en Cangas del Narcea. Según el Fiscal de Medio Ambiente, en ese caso confluyen dos delitos lo que permite al ministerio público solicitar una condena de dos años de prisión para los acusados. El juicio se celebrará en 2014 aunque aún no hay una fecha fijada.
Los hechos ocurrieron en agosto del año pasado cuando un oso apareció atrapado en un lazo la citada localidad y murió mientras trataban de liberarlo.
La investigación de la Guardia Civil permitió detener al dueño de una finca cercana y a su cómplice, vecino de Gijón. En su declaración ante el juez ambos negaron su participación, pero se les imputó un delito contra la flora y la fauna y otro por matar a una especie protegida.
Será la primera vez desde 1997 que la Fiscalía de Asturias solicita la pena máxima recogida en el Código Penal para un delito contra la flora y la fauna.
Ninguno de los dos acusados por la muerte del oso han reconocido los hechos en sus declaraciones en el juzgado de Cangas del Narcea aunque según señalaban diversas fuentes se mostraron “muy evasivos” ante ciertas preguntas. Después de su detención ambos fueron puestos en libertad con cargos por la supuesta comisión de un delito contra la protección de la flora y la fauna.
Uno de los responsables de esta muerte, según la Guardia Civil es el guarda que lo encontró y que puso el hecho en conocimiento de las autoridades.
El hilo conductor que llevó a los acusados vino determinado por la aparición en un vertedero cercano de un saco con los restos de un jabalí. El saco procedía de Turquía y la distribuidora de la empresa turca, afincada en Barcelona, confirmaba que esos sacos fueron vendidos a una empresa francesa especializada en el aluminio. La suerte quiso que los franceses solo exporten a Estados Unidos y a Gijón. Confirmaban, entonces, que en esa empresa gijonesa trabajaba uno de los acusados, que además es el único que tiene casa en Porley.
Para cerrar sospechas solo quedaba el informe, que resultó concluyente: los pelos de jabalí hallados en la zona donde murió el oso son del mismo animal encontrado en el saco contenedor.
A lo largo del proceso se demostró que la muerte del oso se produjo por una infección bacteriana, acelerada por una violenta actividad muscular con la que intentaba zafarse de una trampa ilegal. Así lo determina la necropsia que realizaron los veterinarios de la Universidad de León al ejemplar bajo la dirección del catedrático Francisco García Marín.
El ejemplar de oso pardo era portador de la bacteria Clostridium Sordelli, común en varias especies animales y que ha aumentado su importancia como patógeno en los últimos años. La bacteria pudo entrar en el organismo del animal por el aparato digestivo o por una herida abierta anterior. La propagación de la bacteria se vio favorecida por el estrés que sufrió el plantígrado al verse atrapado en un lazo de acero e intentar escapar durante horas.
Los veterinarios desechan la versión de algunos cazadores de que la muerte estaba relacionada con la sedación y manipulación del animal para rescatarlo de la trampa. La necropsia afirma que no existe ninguna duda de que la muerte del animal no tiene ninguna relación con el método de sedación seguido. Y afirma que las lesiones eran ya muy graves e irreversibles y hubieran causado la muerte del animal.