24 de marzo de 2024. Domingo de Ramos sin palmas ni procesión
Hoy, Domingo de Ramos, se inicia oficialmente el periodo procesional semanasantero. Pero popularmente ya se inicio el sábado, incluso los más madrugadores al efecto lo hicieron en la tarde del viernes.
Y es que, amigos, el concepto de procesiones a estas fechas aplicado ha cambiado según los diferentes tipos de los digamos `creyentes¨ que las diversas sociedades han ido conformando.
Pero refirámonos al más cercano.
Ya en el pasado siglo, con la instalación de las vacaciones y a medida que avanzaba la popularización del Seat-600, se comenzó a cambiar el sentido dado a las procesiones de Semana Santa. No sé muy bien cómo empezó todo pero creo recordar que fu en el diario vespertino Pueblo donde, yo al menos comencé a ver como se definía como “procesiones” a la largas caravanas que ya comenzaban a formarse en las carreteras de vehículos rebosantes de niños y maletas camino de las playas, emblemáticos lugares andaluces o castellanos, pródigos en las celebraciones de Jueves y Viernes Santo, o simplemente a los pueblos de origen de cada uno. Y hay que tener en cuenta que aquellas gentes eran, éramos, no más allá de las segundas oleadas migratorias de las aldeas a las grandes ciudades y, por ello, la mayoría aún tenían casa y muchos lazos familiares en los pueblos.
Aparecían fotos de los atascos en carreteras de uno y otro lugar. Largas filas de vehículo en algunos de los cuales, los humoristas colocaban grandes capirotes de nazarenos. Hacia estos pueblos de las Villuercas fueron notorios los grandes atascos para cruzar Talavera de Reina y la salida por la N-5 en Navalcarnero y Quismondo. Más complicado aún lo tenía los que llegaban desde Barcelona o desde Bilbao, aunque por la distancia y los pocos días, éstos eran bastante menos, ya que amén de sufrir estos trayectos, tenían que penitenciar otros tantos antes de llegar a Madrid.
De esta forma vino a denominarse jocosamente como `procesiones‘a estas largas caravanas de vehículo llenos de gentes que rodaban en busca de las auténticas procesiones penitenciales, el sol y el pueblo.
Y así seguimos Y yo mismo inicié la mía el pasado viernes pisando nieves en la salida de Asturias, camino de León, para adentrarme, ya en esta provincia, en una maña de sol cuasi veraniego que me hizo recordar aquello domingos de ramos de antaño procesionando por la Plaza cargados de ramos y admirando la grandes palmas que portaban el alcalde, el cabo de la Guardia Civil el cura y el sacristán con el sol como especial protagonista.
Destacan los verdes en las dehesas salmantinas y en una u otra curva deslumbraban brillando al sol charcos de todos los tamaños testigos de las muchas lluvias habidas. La primavera había explotado en todo su esplendor y marzo estaba mayeando quizás más de lo debido.
Pero la técnica vino a estropearme el momento. La pantalla del vehículo advierte con su correspondiente pitido y texto. “Regule la presión y reinicie el sistema”. Y el piloto rojo se enciende. Según las normas debo de parar y proceder. Mas como el coche acababa de salir del taller de la temporal revisión y con las ruedas prácticamente nuevas, me mosqueo. No hago caso y sigo. Decido comprobar y sigo: el coche no se desvía ni un milímetro hacia ningún lado, compruebo una y otra vez. Nada. Al entrar en la carretera de Navalmoral paro en el arcén. Compruebo a ojo y con las correspondientes pataditas a las ruedas, nada de nada. Creo que la técnica ha metido la pata, digo, el chivato lumínico.
Pero como sigo inquieto por la posible presencia de algún peligro paro en la gasolinera de Deleitosa. Café para que enfríen los neumáticos y a comprobar. Me costó un mundo agacharme. Como mucho debe ser la segunda o tercera vez que hago esto. Todas las ruedas están con su correspondiente presión y equilibradas. Falta otro paso: reiniciar el jodido sistema. Aquí toma el mando Maribel. Lo hace, se apagan los indicadores y … adelante con un gran mosqueo. La tecnología se ha equivocado. Vigilaré las ruedas en estos días.
Llaman las campanas a misa y procesión. Está el cielo gris y alto las temperaturas. Juan Pedro, el vecino, llega con unos ramos para toda la familia. Por una y otras calle confluyen vecinos hacia la iglesia, todos con ramas de olivo en las manos. Casi en su totalidad son personas mayores que caminas despacio. Se concentran en el atrio mirando hacia la gran puerta.
-Levantad los ramos, se oye la voz de párroco
Se alzan los ramos al unísono e inician los cánticos. No hay mucha gente, tampoco procesión. No distingo ni una sola palma.Hay pocos curas y tienen que atender a muchos pueblos, el de aquí parte raudo a Cañamero.
La falta de procesión me trae nuevas añoranzas. Acuden mis sobrinos a felicitarme. Hoy cumplo setenta y ocho años y, por más que lo intento, no logro recordar si alguna vez, al menos desde que cumplí los 16, he celebrado en el pueblo mi aniversario. Terraceamos hasta que el reloj bordea las cuatro. Queda todo bien celebrado.
Las horas de la tarde van cayendo monótonas bajo un cielo gris inundado de calima.
Lunes. Llovizna. La niebla tapa los canchos y oculta las encinas de la dehesa. Ha refrescado. Doy un ligero paseo hasta la Concepción por la jocosamente llama B-30. El día no invita a más. No sé si es por ello o porque la tradición se ha perdido, no voy a campo alguno a colocar una rama de olivo bendecido para que Dios preserve las cosechas de pedriscos y tormentas. Ni siquiera a los Cercaos huérfanos ya de sembrados. Y entonces me acuerdo de mi tío Manolo Portales, de los Meras, de Paturrro, de tío Ufo, de mi vecino Juan Pedro… y de tantos y tantos berzocaniegos labriegos que ya nos dejaron.
Con agua y frío iniciamos la Semana Santa