CANGAS DEL NARCEA.- Pese a todo cumplimos con Santiso como la tradición manda
Como a fecha y tradición corresponde, el pasado domingo nos acercamos al barrio de Santiso con el fin de celebrar, como mandan costumbre y tradición, las fiestas en honor de San Tirso y de algún modo también de Baco pues es esta una fiesta en la que ambas celebraciones conviven con la mayor naturalidad. Los romeros honran primero al santo cristiano acudiendo a misa y seguidamente lo hacen con el pagano personándose en las bodegas.
Y he de contar aquí que este año el santo no trajo debajo de su peana ni nieves ni fríos como suele acontecer. Quizás por el hecho de caer la celebración de San Tiso y San Tisón en el mismo día, por ser el domingo 28 San Tirso, nos concedieron una jornada espléndida que, aunque con un ligero frasquito mañanero, el sol se fue abriendo camino en ella permitiendo a los romeros despojarse de bufanda y abrigo cuando ya se acercaba el mediodía y la hora de hacer honor al bollo preñao o cualesquiera otras viandas de las que cada uno acudiese provisto.
Y habré de decir en justicia que cada vez son menos los que acuden con sus meriendas; hasta los miembros de la Cofradía del Vino que acudieron con sus capas y su colorido, abandonaron la zona a la hora de comer trasladándose a un restaurante cercano. Ello provocó una notoria bajada del público presente que, la verdad no era mucho en relación con otros años, aquellos anteriores a la pandemia en la que la fiesta había vuelto a resurgir precisamente de la mano de la citada cofradía y de Joaquín Hisve que llevó la presidencia de la Comisión Festiva de San Tiso y Llamas durante un montón de años, justo hasta poder celebrar el milenio de la capilla allí existente. Tan solo abrieron dos bodegas de las allí existentes que junto al bar La Puchera atendieron a los presentes ofreciendo sus vino autóctonos.
Muchas ausencias y muchas nostalgias. Hasta mi amigo Azcárate, que al igual que yo estaba ofrecido hace ya muchos años, faltó a la cita, aun cuando había presentado sus vinos de Besullo al concurso organizado por el Museo del Vino. Amén de la ya citada Cofradía, un grupo de cangueses mantuvo el vínculo festivo del barrio con la villa al acudir con sus fiambres, aunque hubieron de comerlas en unos bancos al no haber espacio físico en las dos bodeguillas abiertas. La tradición de esta fiesta se nos está yendo poco a poco de las manos.
A punto estaban de cumplirse la dos de la tarde cuando mi mujer y yo emprendíamos el camino de vuelta. Uno de los Tanicos con bodega y mando en plaza, nos echó el alto invitándonos con convicción a que nos acercásemos a su bodega y probásemos su vino. No nos hicimos mucho de rogar y allá, en una mesa colocada en la acogedora entrada de la bodega, atechamos a gozar del vino y el buen tiempo. Y allí, amén de los citados Tanicos, estaban también Cristóbal Losas y uno de los ganadores del concurso de vinos con su familia. Tomé mi primer trago de vino en vaso, pero no tardé en pasar a hacerlo en el cacho que Cristóbal, previsor él y conocedor del asunto, había traído en el bolsillo. Y a partir de ahí se desgranaron recuerdos y aventurillas de otros santisos y otras fiestas cercanas; de la implicación del cercano barrio de Santa Catalina en estas fiestas y el paulatino desligamiento de sus vecinos…, de unos y otros vinos… de su naturalidad, de su falta de productos químicos, de las viñas, de la bodega… Y se rellenaba una y otra vez el cacho de un vino suave que se dejaba querer y refrescaba la garganta cosquilleando en el estómago. Y presente también la empanada, y la cecina, el jamón…
De alguna forma recuperamos el espíritu festivo y así, cuando el reloj marcaba las cuatro y cuarto, abandonamos la bodega no sin agradecer profundamente la invitación y la compañía.
Hasta el año que viene si Dios quiere
Los vinos ganadores de este certamen han sido los presentados por:
César Álvarez Álvarez, de Viña Gancedo (Limés)
Carlos Lago Menéndez – de Agüera del Coto
Dolores García González, de Bodega Araniego (Cascarín)
José García Menéndez, de Lorante