Conservar los chigres, considerarlos centros sociales, es mantener la vida rural

Conservar los chigres, considerarlos centros sociales, es mantener la vida rural

Creo que ya he dicho aquí en alguna ocasión que la decadencia de un pueblo comienza con la marcha del cura, sigue con la del maestro y se culmina cuando cierra el chigre. Testigos directos de que esto es así lo son múltiples pueblos y aldeas de esta nuestra comarca Suroccidental que han vivido este proceso u otros que están inmersos en el mismo. Incluso ahora podemos decir que el pueblo que tiene un bar tiene un tesoro. Y así lo viven y sienten los vecinos de esos pueblos que resisten heroicamente al cierre del chigre. Son conscientes de que ese último paso en el proceso al principio señalado es el principio del fin de su existencia como tal pueblo. Puede que algunos cobren algo de vida en el verano, cuando se abren algunas casas más con la llegada de los oriundos que en su día emigraron. El caso es que éstos son también cada vez menos y cada vez con más achaques que, de una u otra forma, les vetan  el alterne en el bar y por ende que suba la rentabilidad del mismo. No hemos de perder de vista que aun cuando estos bares cumplan una labor muy importante en las aldeas sirviendo de centro de reuniones y vida social, no dependen de ningún presupuesto público y, por ende, si no son rentables, cierran. Eso sí, seguro que ustedes, al igual que yo, conocen, conocen aldeas en las que ni tan siquiera en verano se animan

Hay bares que siguen resistiendo como punto de reunión o como centro de operaciones que tan pronto sirve a los vecinos para organizar la sextaferia del fin de semana, un torneo de tute o montar esta o aquella fiesta, aparte de para tomar un café a media tarde, un vino a medio día, o facilitar un tablón de anuncios donde caben desde esquelas mortuorias hasta bandos del ayuntamiento y avisos de todo tipo. Habremos de convenir pues que el servicio de los bares de pueblo, de los chigres de siempre, va más allá de su fin hostelero convirtiéndose en sede social y de convivencia ciudadana.

Pero aún hay esperanzas: El partido Teruel Existe ha presentado en el Congreso una proposición de ley para incluir estos negocios en la ley de Economía Social y dotarlos así de ventajas económicas, fiscales y administrativas. La iniciativa va destinada a beneficiar a establecimientos de hostelería y restauración y pequeños comercios con presencia en pueblos de menos de 200 habitantes. Prácticamente la totalidad de todos los de esta comarca. La tramitación está en marcha: esperemos no llegue demasiado tarde.

Como ejemplo, no muy gravoso pero significativo, a estos bares la Sociedad de autores les cobra cincuenta euros por el uso de la televisión

Es necesaria la regulación que ahora se trabaja en el Congreso. La existencia de estos bares-tiendas en los pueblos y aldeas ha de regularse de otra forma, con otras normas y no tan solo como un negocio hostelero puro y duro. Aunque en algunos lugares no suene como tal, la función que aquí atribuimos a los chigres es tan evidente como que a lo largo de la historia han sido centros esenciales en el aglutinamiento y dinamización de la vida en los pueblos.

Y ya que nos es imposible reabrir la iglesia o la escuela, mantengamos al menos los chigres-tienda. Si cierran, si desaparecen, con ellos desaparecerá también la vida rural tal y como la hemos venido entendiendo hasta ahora

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R. Mera