No San Juan, sino san Pascual Bailón, existió como tal desde el siglo XVI
San Pascual Bailón
En Cangas, los mayores ha definido a su San Juan como bailón
Llevaba tiempo intentando abordar este tema. La subida de San Juan Bailón al Acebo con motivo del inicio de Novenas y cumpliendo lo que ya comienza a ser una tradición, me animó a hacerlo ahora. Y es que en la crónica remitida a los medios se escribía el “Bailón”, así con mayúsculas y entrecomillado, como si fuese una excepción lingüística o una anomalía en el santoral.
En el Centro de Mayores se señala que denominan así al Santo por la gran afición de los usuarios a bailar.
Lo que yo quiero es aclarar que el tal Santo, San Juan Bailón, no figura como tal en el Santoral, sino que el “bailón” es un apelativo cariñoso que le han colocado al santo los integrantes del Centro cangués de Mayores por la gran afición de los usuarios a bailar, dicen
Es pues un nuevo apelativo, local y cariñoso, al que la Iglesia llamaba El Precursor por ser el antecesor más inmediato a la llegada de Jesús. De una u otra forma creo que el entrecomillado sobra, vaya el “bailón” como apellido o como adjetivo que resalta una cualidad o afición.
Esta es su historia:
Pascual Bailón Yubero, nació en Torrehermosa, Aragón en mayo de 1.540 Es venerado como santo por la Iglesia Católica con el nombre de san Pascual Bailón o Baylón, con y griega. Es patrono de las obras, asociaciones y congresos eucarísticos, de las cocineras y de la diócesis de Segorbe –Castellón.
Pascual nació el día de la Pascua de Pentecostés, de ahí su nombre. Hijo de Martín Baylón e Isabel Yubera, labradores del lugar. Hasta los siete años permaneció en su localidad natal, y a partir de los siete y hasta los veinte vivió en Alconchel de Ariza, dedicándose al pastoreo de las ovejas. Allí aprendió a leer y a escribir de manera autodidacta con la ayuda de Biblias. Ingresó en la orden franciscana en el convento de Nuestra Señora de Orrito en la localidad del mismo nombre. Vistió los hábitos en 1.564.
Con una personalidad de asceta y místico, desarrolló su fe a través de la caridad fraterna y defendió la presencia de Cristo en la Eucaristía de los ataques de los protestantes hugonotes cuando cruzó Francia como mensajero del provincial de su orden.
Entre los milagros que se le atribuyen destacan la multiplicación del pan para los pobres, la curación de enfermos, el don de profecía y el que narra cómo de una piedra salió agua para unos pobres.
Murió en el convento alcantarino del Rosario en Villareal, en el 17 de mayo de 1.592, también Pascua de Pentecostés.
Y aquí el dato que están ustedes esperando:
La tradición popular afirma que muchas veces orando experimentaba tanta alegría que se ponía a bailar, por eso algunos creen que su apellido es un apodo que ya en aquella época le colocaron por esta reacción característica. Así pues es Bailón de apellido y bailón (con minúscula) por lo que acabamos de señalar. La traslación de este apodo a apellido es lo que han hecho los cangueses.