Feliz día a asturianos y extremeños. Felicitémonos

Desde la puerta del Monasterio de Guadalupe, hogar de la patrona de Extremadura, quiero enviar hoy mi más sincera felicitación a mis paisanos de allí y de aquí, de Asturias y de Extremadura, que celebran su día. Es la ventaja de tener dos patrias, dos terruños en los que compartir vivencias, recuerdos, historias y paisanajes. En días como hoy uno disfruta de una doble celebración.

Ya han refrescado amanecerse y atardeceres en el Parque Nacional de las Villuercas–Ibores y los pueblos recobran poco poco, día a día, su quietud y silencio. Esos factores que, en demasía, como en muchos casos ocurre, anuncian largos inviernos de soledades y chimeneas sin humo. Y en eso no hay diferencia alguna entre mis dos patrias del día a día: la de mi niñez y mocedad y la de mi maduración y vejez.

Vaya mi especial recuerdo para todos aquellos que viven este día envueltos en añoranzas y recuerdos, en vivencias idas, pero cuyo miajón, cuya esencia, se guarda como especial tesoro de la vida de cada uno en lo más íntimo del corazón.

Ha llegado el momento de ir cerrando el capítulo veraniego. De nuevo he de enfilar el morro del coche hacia el Norte. Estas páginas y mis estampas en Onda Cero me esperan. Y com no, lo spaisajes del Paque de Fuentes del Narcea que en poco días comenzará a vestirse de otoño. Y lo hará con sus espectaculares vestiduras de marrones y ocres. Y caminaremos por las veredas oyendo en su silencios profundos el crujir de las hojas bajo la botas.