Pasada la euforia semanasantera iniciamos ahora nuestro particular calvario
Aún estamos teóricamente, y en el tiempo eclesiástico, en la Semana de Pascua. Pero no tardaremos en caer del guindo y darnos cuenta de que en realidad, en la pura esencia de los hechos y los tiempos, estamos entrando no en la Semana sino en los Meses de Pasión.
En estos días de asueto recién terminados algo ha venido a descabalar la situación vivencial en que nos encontrábamos, o al menos creíamos, que estábamos viviendo.
Desde todas partes nos bombardeaban informaciones llenas de pesimismo: la guerra en Ucrania puede afectar a toda Europa, se acerca un gran crisis energética, las restricciones llegarán a Europa, el paro sigue aumentando sus cifras, las vivienda y alquileres siguen subiendo de precio, la cesta de la compra se encarece, los sueldos y las pensiones se estancan, la inflación cerca a las economía familiares, los combustibles disparan sus precios, los bancos restringen y encarecen los créditos, autónomos y pequeñas empresas ven reducidos sus beneficios hasta entrar en pérdidas, los cierres se multiplican….
Hasta que….Sábado de Ramos
Tal parece que suena una sirena que acelera a toda la población. Ya no hay crisis, ni penas, ni preocupaciones. Alguien ha quitado el tapón a la bañera del control del mundo y el agua sale a borbotones desparramándose por las tuberías en todas direcciones.
Y en las carísimas gasolineras se forman colas, y se agotan las plazas de hotel, y revientan las playas, y no hay mesas en los restaurantes, y la cerveza corre como agua en incendio urbano, y los pueblos vuelven a tomar vida, y autónomos y pequeños empresarios cierran por unos días sus negocios, especialmente en las capitales y grandes ciudades. Y hasta se olvida que las bombas siguen cayendo en Ucrania, y que el frío y el hambre cercan a su población. Y los desfiles procesionales son multitudinarios, y los laicos de la carreteras también. Y se nos olvidan la crisis y el paro. Ya no hay nada caro, todo se paga con alegría y prodigalidad…ni siquiera contamos los muertos diarios por la dichosa pandemia e incluso tiramos la mascarilla a la cuneta de la carrera en nuestro huir alegre e irreflexivo
Algo falla en nuestro hacer. Tiene razón el gobierno, aquí todo va bien y los problemas anteriormente señalados no son tales problemas, son mundos que inventan la oposición y la ultraderecha.
O mienten unos o mientes otros, o quizás mienten los dos. Y nos engañan los autónomos, o los pequemos empresarios, no tienen tantas pérdidas como dicen, o los sueldos están más altos de lo que unos y otro contamos, o los precios no ha subido tanto como nos cuentan los vecinos, o el IVA o El IPC, o nos mentimos los unos a los otros. O queremos creernos nuestras propias mentiras y ficciones. O todo nuestra afán es demostrar que somos más, mucho más, que el vecino.
O quizás es que hemos llegado a un momento en que todo viene a darnos igual. Vista la situación nos liamos la manta a la cabeza y nos lanzamos mundo adelante en una huida de nuestros propios problemas e incluso de nuestro propio yo.
Acabada la Pascua de Resurrección, acabada la euforia efervescente de estos días, comenzamos ahora las muchas semanas de dolor y pasión que nos quedan por delante, nuestro procesional penitencial por la vida, iniciamos nuestro particular calvario.