CANGAS: Del Carnaval a la Cuaresma, del ayer al hoy
FOTO: Carnaval en el 2008
Carnaval, antroiro, antroxo, antruejo, antroxu, de estas y otras formas se denominan a las fiestas que anteceden al Miércoles de Ceniza. El Carnaval es una de las fiestas populares más conocidas y celebradas en todo el mundo y tiene mucha relación con la Cuaresma y el cristianismo, aunque su origen se podría remontar hasta más de 5.000 años en la antigua Sumeria y Egipto.
La festividad tiene lugar cada año en fechas diferentes y su celebración se realiza justo antes de la llegada de la Cuaresma cristiana, período del calendario litúrgico que comprende los 40 días anteriores al Jueves Santo. Durante siglos se denominó con la expresión latina “Carnestolendas”, “carnes tollenda”, algo así como se acabó la carne, llega la cuaresma con sus penitencias y ayunos. El carnaval se establece así como un momento de beber, comer y festejar, en oposición a las privaciones de la citada Cuaresma.
El Carnaval romano fue adoptado por el cristianismo y así se extendió por toda Europa y sus colonias americanas. Con esta diversidad de lugares y culturas, el Carnaval se celebra de maneras muy diferentes a lo largo y ancho del mundo. Curiosamente, hoy en día los carnavales más reconocidos son los que se celebran en Latinoamérica a donde llegaron de la mano de los españoles
La fiesta encierra como ritual individual y colectivo, entre otros: el que el sueño se hace realidad; en la puesta en escena de lo grotesco o exageración de formas en lo estético; en lo burlesco y satírico sobre aspectos sociales; en las transgresiones, cuyas expresiones se perciben esencialmente en los disfraces, cuadrillas, comparsas o carrozas; en el deambular de mascaradas, disfraces colectivos o individuales referidos a un objeto social o cultural; en la inversión de roles, mujer/hombre, hombre/mujer, y las licencias de todo orden; en el juego, la risa, el goce permanente, la broma, los excesos en la comida y bebida y en la ruptura del tiempo de lo cotidiano. En el norte es más individualista y desde antaño, en la más vieja esencia carnavalera, se ha buscado el ocultar la personalidad del ejerciente que incordiaba y chinchaba a cuantos en su camino se cruzaban oculto tras su máscara. Poco apoco esta forma de carnavalear va despareciendo. En el Sur es más grupal y musical
La prohibición del carnaval llegó en plena Guerra Civil y se mantuvo al terminar la contienda hasta el final de la dictadura. El gobierno fue muy tajante con las autoridades provinciales y, sobre todo, con las locales, es decir, los alcaldes, para que estuvieran muy atentos a la hora de hacer cumplir la prohibición. En este sentido, se multiplicaron los bandos municipales avisando a los vecinos sobre la prohibición de festejar el carnaval, y esta comarca no fue ajena a ello. El poder aceptó alguna excepciones, como en Tenerife o fiestas privadas, o bailes en Casinos y Sociedades, porque era más fácil controlar un recinto cerrado. Estas instituciones sociales y culturales debían pedir el permiso correspondiente y, aún así, estaba prohibido el uso de antifaces o maquillajes especiales que ocultasen o desfigurasen el rostro.
Aunque el día central es el martes anterior el Miércoles de Ceniza, las nuevas corrientes y formas de trabajo han forzado su traslado al fin de semana anterior, aunque aún hay muchos lugares en que el martes sigue siendo el día grande.
El antroiro o carnaval se celebraba antaño intensamente en la villa de Cangas del Narcea con enmascarados por la calle, bailes de mascaras y carrozas, habiendo referencias escritas de los siglo XIX y principios de XX. Predominaban las citadas carrozas y desfiles de jóvenes. En 1917, cuando la Primera Guerra Mundial caminaba hacia sus final, aparece una referencia de prensa en la que se señala: “La tarde del martes recorrieron las calles dos carrozas, figurando un submarino y un gramófono” y al año siguiente fue “una carroza figurando una maquina ferroviaria, que llevaba letreros alusivos al cambio de itinerario del correo”
Tras la sequía antes señalada de las prohibiciones durante la dictadura, poco a poco se fue recuperando la festividad. Desde los setenta comienzan a proliferar las salidas de disfrazados que recorrían los bares procurando no ser identificados y tomándote el pelo esa noche y al día siguiente. Ángel Vázquez, “Camión”, y Emilio “El Morocho”, entre otros, fueron grandes especialista en ello, cambiándose tres o cuatro veces de disfraz a lo largo de la noche del martes. Con el paso del tiempo aparecieron grupos y cuadrillas, e incluso alguna que otra carroza, desfilando por el Paseo y la Calle mayor. En Tineo, la evolución carnavalera viene a ser pareja en todo Y tampoco es que podamos asegurar que los carnavales son unas fiestas destacadas en el calendario festivo cangués, pero tienen su aquel