Treinta años más de la Colegiata canguesa
Basílica de Santa María Magdalena
Hace treinta años, en enero de 1.992, Cangas del Narcea iniciaba las celebraciones del 350 aniversario la inauguración de su Colegiata, la iglesia de Santa María Magdalena. Muchos de ustedes se acordarán de ello, pero otros muchos no; sencillamente por la ley del transcurrir del tiempo. Si establecemos entre los doce y los catorce años la aparición del sentido del pensamiento lógico y los recuerdos sistemáticos, aquellos que ahora se hallan entre los 35 y 50 años es más que probable que no tengan conciencia alguna de ello. No es lo mismo recordar, a esas primeras edades, los momentos vivenciales cercanos, más o menos intensos, que la celebración de actos institucionales. Contemos pues para unos, y recordemos para otros, que el fundador de la iglesia de Santa María Magdalena fue el arzobispo de Granada, don Fernando de Valdés y Llano, presidente del Consejo de Castilla, cangués de nacimiento y pariente de su homónimo don Fernando de Valdés, obispo de Sevilla e inquisidor general. No confundamos pues el uno con el otro.
No fue fácil el trabajo. Don Lope de Omaña, sobre todo a los largo de 1.642, se opuso frontalmente a la construcción del templo pretendiendo que se conservara la antigua iglesia como parroquia. Al fin y a la postre envidias y celos entre dos poderosas familias canguesas, los Omaña y los Queipo de Llano, familias que, por otra parte, estaban fuertemente emparentadas. Problemas que enfrentaron a unos cangueses con otros pues no muy distintos eran de los que ocurrían y ocurren en cualquier aldea o villa.
Hizo los planos de esta iglesia en 1.639, Bartolomé Fernández Lechuga, arquitecto granadino que trabajó muchos años en Galicia. Las obras duraron hasta enero de 1.642. Cuando estaba a a punto de inaugurarse, don Lope de Omaña emprendió la ofensiva más cerrada contra la nueva iglesia con el respaldo de muchos vecinos. Una célula real de mayo de 1.942 puso fin al conflicto y cerró el pleito.
Finaliza la construcción y trasladados al nuevo edificio el Santísimo Sacramento y los Santos Óleos, bendijo el nuevo templo el abad del monasterio de Corias, fray Diego de Herrera, de la orden de San Benito, el 4 de septiembre de 1.942. Fue declarada monumento histórico artístico de carácter nacional en 1.982, siendo primero colegiata y seguidamente, y hasta nuestros días, basílica.