El otoño está llamando a las puertas

El otoño está llamando a las puertas

Se descuelgan las brumas de la cimas cercanas buscando los valles. Tamizan las nieblas los amaneceres de soles pálidos y perezosos. Octubre se acerca señalando anuncios otoñales, borrando verdes y comenzando a resaltar diversos marrones en escalas de muy diversas intensidades.

Las calles se llenan de bullicio en las primeras horas. Chavales cargados con mochilas y carteras escolares, en muchos casos más grandes que ellos, pasan somnolientos o saltarines camino del colegio. Las madres desgranan sus último consejos.

Se aleja deslizante el verano acortando los días y dejando aldeas y pueblos vacíos de sonidos, hueros de vida. No tardará la lluvia cadenciosa en dejarse ver por caminos y caleyas haciendo olvidar el griterío de los niños capitalinos en la libertad, sin barreras ni horarios, de las vacaciones.

Dice adiós el verano sin consenso. Bueno para unos, frio para otros; corto para los más

Dice adiós el verano sin consenso. Bueno para unos, frio para otros; corto para los más. Distinto en general de su propio ser como lo fue ya el pasado. El dichoso bicho sigue atenazando libertades y encorsetando fiestas patronales que ahora son “no fiestas”, es decir son, pero no son. Algo muy típico de la liquidez argumental de las cosas de estos tiempos en los que lo que cuenta no son los hechos o la acciones, sino el relato que se hace de los mismos. No lo que sucede, sino el modo en que nos lo cuentan. Y ésto pasa a ser “la verdad oficial”, verdad que se intenta sea aceptada sin argumento contrario alguno.

Los lugares más poblados han sorteado las prohibiciones festivas con más o menos acierto. Siempre entre nostalgias, entre ausencias de músicas y de verbenas de prao. No tardarán en volver. Pero tengo mis dudas de que ésto suceda también en las aldeas. Sus fiestas de verano, sus fiestas patronales, ya de por sí con muchas dificultades y en franca decadencia, han quedado tocadas de muerte. Va a ser difícil, muy difícil, retomarlas de nuevo. Falta sabia joven, y los pocos mayores que quedan miran con nostalgia hacia atrás y se inhiben del momento encogiéndose de hombros ante dificultades monetarias y la falta de entrega desinteresada por parte de los pocos jóvenes que quedan. Se ha perdido el interés.

Comienza un nuevo curso, el año en el diverso vivir de muchos, y que no va de enero a diciembre, sino de septiembre a agosto. Son fechas de buenos propósitos, de comenzar el gimnasio, el régimen alimentario, de estudiar inglés, de dejar el tabaco… luego todo quedará en eso, en propósitos.

Terminamos septiembre y octubre se nos viene encima con anuncios de vendimia.

Terminamos septiembre y octubre se nos viene encima con anuncios de vendimia. Ya he limpiado el micrófono y quitado las telarañas de las somnolencia veraniega a las neuronas, con los años cada vez más perezosas.

Y así pues, y con su permiso, las Estampas volverán con ustedes en esta su cita diaria del mediodía, justo cuando el ruido de platos y cucharas inunde las cocinas y la familia comience a colocarse alrededor de la mesa. El otoño está a las puertas.

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R. Mera

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