La estancia en Cangas de Jovellanos

La estancia en Cangas de Jovellanos

El picaruelo viaje de Jovellanos a Cangas. Análisis no muy erudito

Hace ya unos cuantos años, allá por 1.990, Secundino Cosmen me regaló el libro “El diario de los viajes”, de Melchor Gaspar de Jovellanos al que en aquel entonces eché algún vistazo leyendo a salto de mata en uno y otro capítulo. Como es lógico me llamaron la atención sus viajes a Cangas. Ahora, después de curiosear por ellos, quiero acercárselos a ustedes bajo el subtítulo de “El picaruelo viaje de Jovellanos a Cangas. Análisis no muy erudito.

Lo primero que me llamó la atención, y así lo destaco, son la duras críticas que emite sobre pueblos, iglesias y otros lugares de las que no se libra ni el mismísimo Monasterio de Corias. Y no digamos sobre personas, clérigos y monjas; tanto los primeros en Tineo como las segundas en Cangas.

Deduce Jovellanos que por toda esta comarca había más oropeles que realidades.

No debieron quedar muy conformes los orgullosos próceres de la comarca ni sus panegeristas posteriores por cuanto no se ha incidido mucho sobre los citados viajes.  Deduce Jovellanos que por toda esta comarca había más oropeles que realidades. Y eso que el solo analiza los estamentos sociales de la clase alta y dominante.

Vamos con ello:

El primer viaje a que nos referimos se inicia el 12 de marzo de 1.795 llegando D. Gaspar a Cangas el 26, saliendo de Gijón y pasando por Oviedo, Cornellana, Salas La Espina y Tineo.

A este último lugar llega el día 25, a la casa de Merás “al fin de una calle sucia y pendiente”. Pero picaruelo él señala seguidamente: el amo, anciano; el ama despierta…habrá sido linda y tiene buenos restos y lindísimo modo”.

Antes de llegar a Corias salió a recibirlo D. José Flórez lo que no quita para que el preboste señalase que la entrada a Cangas desde Corias “es mala”. Llega a la una y aquí cambia un poco la perspectiva llegada la hora de comer ya que apunta: “buena comida de carne”. Seguidamente acude a la Casa de Toreno. “Gran salón de papel y pinturas; un juego de cuadros de diferentes héroes militares: Josué, Alejandro, Cesar, Carlomagno, Godofredo, David; gran carácter y espíritu; son sin duda de grandísimo mérito”.

Y así va desgranando las estancias y riqueza del palacio

El día 27 lo dedica a visitar la iglesia de la Magdalena y a copiar documentos del archivo.

Refocilación en casa del cura, donde se bebieron algunas botellas.

El 28 emprende ya viaje de vuelta siguiendo la orilla izquierda del río, que va por detrás de la villa, hacia Corias. Puentean el lugar a la otra banda, siguen por ella con el río a la derecha. Sube el Puelo y… fíjense: Perluces; enorme y pésima cuesta de San Esteban, refocilación en casa del cura, donde se bebieron algunas botellas.

¡Mira que ir a refocilarse a casa del Cura! Podrían haber elegido quizás un lugar más discreto

No debió de sentarle muy bien el vino porque al día siguiente sale hacia Tineo y apunta: “Todo mal camino, tierra de centeno, panizo y medias praderas”. Llega a Tineo y remata: “Convento ruin, pobre, mantiene, sin embargo, treinta frailes que arruinan al pueblo. Es colegio de estudios de Teología, dos estudiantes seglares, iglesia antigua, renovada, mala y sin cosa notable

¡Toma varapalo! Queda claro que no le cayó bien Tineo, y menos aún los frailes. ¡Caray con la Orden!, al parecer tenían al pueblo en tal ruina que habría acabado hasta con el propio convento.

Mañana seguimos.

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R. Mera

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