Ni fotos, ni vacas con chuecas, ni visitas a los abuelos
Ni fotos, ni vacas con chuecas, ni visitar a los abuelos, puede despertar a algún ecologista
¿Exagerado?, quizás. ¿Con mala leche? Quizás también. Pero dada la realidad que estamos viviendo y las paranoias que de aquí y de allí nos llegan a la comarca, retranca sí lleva la estampa de hoy. Mucha retranca.
Pasadas ya la elecciones madrileñas, que no han sido otra cosa que repetir hasta la saciedad quien es o no es fascistas, o comunista, o machista, o xenófobo, o capador de ranas, y por ello contrario a los principios feministas ya que debía de serlo también de ranos; y cerrada ya la futbolera etapa de este año con gran contento de unos y cabreos y desilusiones de los otros, pues miren ustedes, a mí no me queda más remedio que seguir despotricando contra tanta imbecilidad correcta como tanto tonto de ciruelo o paniaguado de pesebre se empeñan en seguir soltando.
Préstenme un momentito de su atención:
Ni se le ocurra filmar o hacer una foto a un oso, puede costarle una multa de campeonato o unos meses de cárcel. Usted puede fotografiar a una pareja refugiada en un cajero y en pleno coito; puede hacerlo con un
cangués seriamente perjudicado en las almenas en la mañana del día 16 de julio, como yo mismo he hecho; o puede hacerla de un contorsionista jubilado bailando en La Figal, pero… a un oso… ¡ni se le ocurra! Prohibido, muy prohibido, puede herir su sensibilidad y traumatizarlo para siempre jamás
¿Y las vacas? ¿Tendremos que enseñarlas qué prados están protegidos y cuales no? Porque eso de ir de aquí par allá con su andar cansino de político fuera de campaña, se acabó. Una zona protegida es una zona protegida y, además, con sus chuecas y cencerros pueden alterar el dormir del urogallo o el sueño de algún viejo lobo con dolores de espalda.
Y usted amigo ganadero a ver si le va a entrar el aquel de la limpieza y va a dejar como una patena algún abrevadero o charca. Necesita permiso, muchos permisos y muchos papeles. Antes de ello, de la limpieza digo, los competentes ecologistas de moqueta y vermú al mediodía, deberán comprobar que no altera el dormitar de alguna rana o su entorno de barro. Si no tiene los papeles, bendiciones y bulas, multazo y arresto domiciliario. E igual le sucederá si realiza actividades que impliquen acoso o violencia en el entono de las especies protegidas. Cójame esa rana por el rabo, pero procurando que no le vean.
Y ya ha sucedido y fue recogido en prensa. Cerca de Salas, una pareja del SEPRONA advirtió a un matrimonio que se encontraba arando con un burro que podría denunciarlos ya que el pollino es especie protegida en peligro de extinción y ellos lo estaban explotando
Y mucho cuidado habrán de tener aquellos que acudan a lugares protegidos sin residir en los mismos: prohibido, totalmente prohibido.
Los hijos no podrán ir a determinadas aldeas a ver a los padres o los nietos a sus abuelos: solo podrían acceder los residentes o titulares de las fincas, el resto que paseen por la Calle Uría de Oviedo. ¡A quien se le ocurre ir a alterar el equilibrio estable de la naturaleza simplemente por querer llevar los nietos a ver a sus abuelos a cualquier aldea de Cangas, Degaña o Ibias! ¡CÁRCEL!, ¡merecen CÁRCEL!