El tonto del pueblo ha dejado de serlo, el “listillo engreído” ha ocupado su lugar

El tonto del pueblo ha dejado de serlo, el “listillo engreído” ha ocupado su lugar

Que conste que me he tentado la ropa unas cuantas veces antes de iniciar este comentario. Y es que, de un tiempo a esta parte, son manada los que tienen la piel tan sensible que cualquier expresión fuera de lo que determina el régimen de lo políticamente correcto, desata sus furias e inquinas vomitando insultos en las redes o en cualquier esquina donde encuentren despistados dispuestos a escuchar sus inquinas, frustraciones y rencores. Todo lo que les llega, argumentan siguiendo la doctrina “oficial”, es producto del odio, ideas y acciones de fascistas.

A lo largo dela historia, raro ha sido el pueblo que no ha tenido un vecino distinto al resto, un vecino al que sus conniventes calificaron siempre como “el tonto”, “el tonto de pueblo”. Y por mucho que prediquen e intenten hacer callar los del “lenguaje políticamente correcto” a quienes así lo vivimos; la realidad es terca y manifiesta. El intentar ocultarlo imponiendo el silencio no anula los hechos probados.

Por mucho que prediquen e intenten hacer callar los del “lenguaje políticamente correcto”; la realidad es terca y manifiesta

Pero quede constancia también, que el vecino así señalado fue siempre querido y cuidado por todos los del pueblo o la aldea en la que vivía. Cierto también que aquellos con los que charlaba, paseaba o acudía al chigre, le gastaban más de una broma, incluso le puteaban, y perdónenme la gráfica expresión. Pero siempre le arropaban. Y estoy seguro que muchos de mis lectores están poniendo ahora mismo cara al personaje que describo.

Pero ¡cuidado!, si algún foráneo llegaba e intentaba mofarse o ridiculizar a su “especial” vecino, entonces reaccionaban como uno solo. No tardaban ni un segundo en llamar la atención al osado y ponerlo en su sitio. Sí, era el denominado tonto del pueblo, pero era el suyo y de él no se reía nadie.

Pro yo encaminaba mi argumento hacia otra camino, el denunciar como este entrañable personaje ha sido sustituido por “el listillo”, el que es tonto y no lo sabe, el que suelta vocablos sin sentido en la calle y tan solo gurguta palabros y deposiciones en la Red creyéndose, en su disparatado ego personal, más preparado que nadie. También puede llamársele panoli, sandio, anona, babieca, bobo, estúpido, idiota, majadero, memo, mentecato, necio o petate, entre otras lindezas reconocidas en el Diccionario y absolutamente prohibidas en el pseudo leguaje progresista y políticamente correcto que muchos de ellos ejercen.

No es sino aquel tonto entrañable devenido en ilustrado de ocasión que no es capaz ni tan siquiera de ver la imagen de su estulticia en el espejo de la propia realidad. Pero éste ni tan siquiera tiene vecinos que le defiendan de los foráneos. Él se regodea en su propia necedad

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R. Mera

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