Los cangueses desfilaron en el Día de América; era 1.982
Era 1.982. Las fiestas del Carmen adquirían cada vez mayor importancia y se proyectaban imparables por todo el Principado.
Se acercaba el Día de América en Asturias y se pensó que el hecho de que Cangas participara en su desfile sería una buena promoción para el concejo y sus fiestas. Dicho y hecho.
La Sociedad de Artesanos y la Federación de Peñas se pusieron ello y no tardaron en encontrar la colaboración de diversos grupos folclóricos locales dispuestos a desfilar en Oviedo representado a Cangas.
Pero no era tan fácil. Había que idear y confeccionar una carroza, llenarla, programar los actos a realizar, el cómo y el cuándo; a lo que se agregaba el problema logístico del traslado de todo el material y los componentes porque claro, si Artesanos y las peñas iban a Oviedo tenían que disparar unas tandas de voladores sí o sí.
Si Artesanos y las peñas iban a Oviedo tenían que disparar unas tandas de voladores sí o sí.
Se necesitaba más ayuda, más implicación del personal. Se movieron los hilos y allí acudieron bastantes cangueses dispuestos a echar una mano. Entre ellos Pirotecnia Pablo, Vinos El Majo, Alsa, Transportes L.F.G y Evencio, la Eléctrica y, curiosamente, el Ayuntamiento de Gijón que apoya el asunto debido al parecer a las gestiones de algún anónimo cangués allí residente.
Y llegó el día 18 de septiembre del citado año de 1.982. Imaginen los oyentes el guirigay organizado para el traslado desde Cangas a la capital: amén de la peñas, el Son D`Arriba, los Tsumarinos de Limés, que eran una montonera, artesanos y allegados, invitados… y escoltada por todos ellos, una carroza decorada con motivos alusivos a la vendimia: una cabaña de las viñas, una prensa de vino, una tina y una barrica de vino de Cangas que habría de repartirse entre el público asistente.
Los cangueses efectuaron el traslado sin problema alguno aunque con un buen madrugón que provocó numerosas paradas.
Ya en Oviedo, se incorporaron al desfile con notable éxito, aunque parte del público asistente se mostró extrañado al ver como algo de lo que iba en la carroza estaba tapado. Al llegar a la altura del Palacio Presidencial, inesperadamente, los cangueses destaparon el bulto y, como ya habrán visto venir nuestros lectores, apareció una máquina cargada de voladores. La dieron fuego y aún hubo alguno que se incorporó al disparo lanzando a mano.
Con el disparo, las autoridades se levantaron apresuradas guardándose de salir corriendo por miedo al ridículo, no así el público que sí lo hizo.
Dicen las crónicas que el hecho provocó “gran asombro entre los asistentes”, pero los peñistas que allí acudieron lo celebraron en grande al día siguiente contando entre dichos, bromas, y alguna que otra exageración, y a cuantos quisieron escúcharlos, el escándalo que se montó en el palco con las autoridades levantándose apresuradas y guardándose de salir corriendo por miedo al ridículo, no así el público que sí lo hizo. Era alcalde Luis Riera y el cangués consorte, Antonio Masip, consejero de Educación y Cultura. Y algo tuvo que ver también en el suceso.
Ni que decir tiene que, desde entonces, nunca más han llamado a los cangueses a participar en el desfile.
Pues ellos que se lo pierden.
NOTA: Una vez publicado este artículo Neto nos envió el siguiente ecomentario;
“El que iba cargando de la maniega al l.lombo era yo. Y la que iba metida en la maniega era Adela Otero. Me dejaron participar como figurante en la carroza como vendimiador porque pinté los dos paneles que camuflaban la máquina con los voladores. La carroza era diseño de Jandín Cuesta. ¡Qué recuerdo…!”
El que iba cargando de la maniega al l.lombo era yo. Y la que iba metida en la maniega era Adela Otero. Me dejaron participar como figurante en la carroza como vendimiador porque pinté los dos paneles que camuflaban la máquina con los voladores. La carroza era diseño de Jandín Cuesta. ¡Qué recuerdo…!