Hoy el calendario marca el paso de mi tiempo, el tuyo es distinto
Mi tiempo no es tu tiempo; lento para ti demasiado rápido para mí
Ya ven ustedes amigos, hoy me ha dado por hablarles del tiempo. Pero no del meteorológico, sino del nuestro, del individual que cada uno vivimos, del que nosotros contabilizamos, del que sopesamos, esperamos, o dejamos pasar.
Y es que, por mucho que nos empeñemos, midamos y compatibilicemos,; el tiempo ni es ni será nunca el mismo para todos. Ya lo dejó así sentado Einstein cuando enunció su Teoría de la Relatividad Especial. Que el tiempo es relativo ya no lo dudamos, lo que ocurre es que no nos gusta que sea así y desafiamos a las leyes de la física intentando que los relojes funcionen al unísono y con precisión en un intento vano de que tu hora y mi hora, tu minuto y mi minuto, sean los mismos.
Hoy rubrico con la medida que efectúa el calendario sobre el tiempo físico que hoy deja sobre mis huesos 75 años ya vividos, que ya no solo éstos, sino los meses, y los días, y las horas, y los minutos, transcurren con una inusitada velocidad. Hoy es sábado y en un plis plas no hay semana, vuelve a ser sábado de nuevo. Pero este es mi tiempo. Es el tiempo que se escapa entre los dedos como la arena de la playa cuando abres el puño; cuando quieres cerrarlo, ha escapado. Por el contrario, el de los adolescentes es eterno; un día lo ven como un año en su lentitud del paso de las horas y no digamos los días. Se les eternizan los lunes, y los jueves, y sábados y domingos se escurren sin apenas vivirlos. Y no le anda a la zaga el de los jóvenes. De Carmen a Carmen no transcurre un año, sino un montón de ellos; su percepción del paso del tiempo es lenta, incluso desesperante. Y nos miran con total incomprensión cuando exclamamos: ¡Qué barbaridad, ya está aquí otra vez el Carmen!. O San Roque, o el Avellano.
Y en nuestra estulticia pretendemos luchar contra el tiempo, incluso pretender pararlo. Y creemos conseguirlo si detenemos las agujas del reloj o su discurrir numérico digital, o incluso aseguramos en algunas ocasiones que “se nos acabó el tiempo”, o discutimos que es el mismo para mí que para mis vecinos. Pero todos ustedes saben que es corto en el ocio o los buenos momentos y largo en la adversidad o las tristezas. Incluso es cruel por cuanto ni siquiera nos avisa cuando definitivamente nos quedamos sin él y ese citado tiempo físico nos libera por completo diluyéndonos en la nada.
Que ese momento se alargue en el tiempo, incluso en su relatividad