Cangues que triunfan: María José Marrón de “La Guisandera de Piñera”
FOTO:María José Parrondo
Si las abuelas dieron el primer paso y acabaron triunfando, las nietas no quieren ser menos. Y para seguir adelante piensan, como es el caso que hoy nos ocupa, que no hay nada mejor que apoyarse en la sabiduría de aquellas para tomar nuevo impulso.
Y así, la nieta de la guisandera de Piñera, María José Marrón, dirige el restaurante madrileño que rinde homenaje a su abuela, a “aquella mujer, Marcelina Fuertes, que cocinaba en la localidad de Piñera, en Cangas del Narcea. Cuando falleció hace dos años, sus hijos cambiaron la hoja de ruta de su negocio hacia la cocina tradicional con los consejos de un gran cocinero, Pedro Martino. El restaurante, señala la nieta, es un homenaje a ella, “una muy buena cocinera.
Los propietarios y quienes dieron los primero pasos en este mundo de la hostelería fueron Tino y Manuel Marrón, padre y tío de María José, que nacieron en Cangas, pero que como tantos otros, con 12 y 17 años emigraron a Madrid. Abrieron originalmente el restaurante Piñera en 2007, en el mismo sitio que se encuentran ahora. En Rosario Pino, 12; cerca de La Castellana. Y así se denominó diez años hasta que se incorporó como socio uno de los cocineros que trabajó en el mismo, Carlos Posadas. Entonces se cambió el proyecto y en 2019 se abrió como La guisandera de Piñera pasando de un restaurante gastronómico al actual tradicional con recuerdo a los platos que preparaba la abuela en su cocina de leña.
Tras una serie de años con macado carácter gastronómico en el menú, los propietarios quisieron dar la vuelta al negocio. Se dieron cuenta de que los platos de cuchara que mantenían desde sus inicios funcionaban muy bien, “ el mercado de Madrid demandaba más cocina tradicional que novedades y entonces decidieron potenciar los platos de cuchara.
Y se volcaron en los platos auténticos elaborados con productos de Asturias: compango y picadillo de Embutidos Santulaya, en Cangas del Narcea; pitu de caleya de Arlos, en Llanera; quesos Rey Silo y Ca Sanchu, entre otros; miel del Bosque de Muniellos, en Ibias; Anchoas Hazas, de Lastres, y pulpo de Tapia de Casariego.
María José reconoce que “lo que más sale es la fabada y el arroz con pitu, pero desde luego que el resto de platos, también. Reconoce también que su abuela nunca le hizo cachopo alguno
Reconoce que la pandemia ha hecho daño, que se notan la caída del turismo y los eventos, la falta de las noches y que el público en general sale menos, los negocios sin terraza lo están sufriendo mucho más porque nadie quiere encerrarse. “Toca adaptarse casi cada semana; nosotros, por ejemplo, vamos a sacar minicazuelas para apostar por cenas de picoteo”.