El Paseo del Vino necesita una rápida actuación municipal
FOTO: Tan antigua casi como el propio Paseo
Ya han florecido los árboles frutales. Junto al río y a lo largo de carreteras y caminos otros apuntan ya sus yemas asomando tímidas a la luz alargada de mañanas y tardes. La primavera anuncia su llegada.
Y con el cambio del tiempo las calles se animan, y los paseos se llenan de gentes que, unos con pausa y otros a carreras, van de acá para allá abriendo cuerpo y mente a la claridad venida.
Todos, pero especialmente los mayores, añoran la libertad en estos tiempos de encierros y restricciones. Y ello les lleva a vivir intensamente la que les trae el tiempo primaveral.
Pero una desilusión les sale al paso. El Paseo del Vino, de Santiso a Las Barzaniellas, aparece abandonado, lleno de piedras, con cortes aquí y allá, estrechamientos, caída de protecciones de madera o simplemente ausencia de las mismas, baches y socavones. Para muchos se hace peligroso pasear por el mismo aun siendo uno de los más demandados y utilizados.
Las últimas riadas fueron culpables de muchos de estos deterioros, pero no de otros. Uno de los desprendimientos situado al inicio del Paseo en su salida de Santiso, data ya de la época en que la alcaldía estaba en manos de José Manuel Cuervo que, me consta, inició los procedimientos para arreglarlo. Pero tanto él como los que le siguieron chocaron con la inamovible y anquilosada Administración que les requería ciento y un informes de ecologistas, Hidrográfica del Norte, Consejerías de esto y aquello, departamento de aves acuáticas, departamento de fauna a conserva en los ríos y bla,bla, bla. Un montón de años después ahí sigue la fana que provocó el derrumbe hacia el río que estrecha notablemente el camino y que, de alguna forma y en su peligro, ha pasado a ser parte del mismo.
Para colmo en la última intentona, durante el mandato de José Luis Fontaniella, se argumentó desde la Administración, en su parte de Medio Ambiente, que entre las piedras y tierra que cayeron hacia el rio se ha desarrollado un pequeño ecosistema con vida propia que desaparecería si se corrige el derrumbe y se levanta un nuevo muro de contención. Como ya me habrán oído en más de una ocasión ¡Para mear y no echar gota”.
Y quedan al menos dos desprendimientos más, que acumulan también ya tiempo, y partes en que el firme ha cedido hacia el río y llevado a que rompan, caigan o desaparezcan, los grandes listones de madera que protegen el límite con el citado río. Esta falta se acusa también en la parte de separación con los prados, pero aquí al menos, no existe peligro.
Las riadas levantaron la capa de tierra pisada y dejaron al descubierto piedras de todo tipo destruyendo también las capas de asentamiento de éstas dejando al terreno descarnado, con grandes desniveles y guijarros sueltos, que amenazan los tobillos del caminante especialmente de los de más edad que, en muchos casos, han de optar por cambiar de itinerario.
Y no creo que, al menos a los cangueses, sea necesario recordarlos aquí que es el del vino, en sus dos tramos, el paseo más bonito y fácil de hacer del concejo, especialmente en estas fechas que se avecinan o en el otoño. Advierto aquí al lector que éste es mi criterio, pues no faltan aquellos que también, y con muchas razones, aseguran que, por su frescura y sombras en casi todo su trayecto, es el mejor para el verano.
Su arreglo se antoja rápido y necesario