Don Ángel “Camión”

Don Ángel “Camión”

“No sé si Ángel ha sido un gran maestro con alma de mecánico, o un gran mecánico con alma de maestro”.

Por otra parte, nunca he tenido muy claro de dónde viene lo de “Camión”. Tengo el pálpito de que el único que debe de saberlo es Peña, el mecánico. Si algún día se decide a escribir sus memorias a lo mejor nos lo cuenta. O quizás lo despache todo diciendo aquello de “pelgarada, son todo pelgarada”, frase con la que suele dilucidar cualquier polémica o cerrar cualquier indagatorio que se pretenda hacerle.

Viene esto a cuento por el hecho de haberme encontrado entre mis papeles el artículo escrito para la jubilación de Ángel Vázquez, también don Ángel “Camión”, o incluso Don Camión como he oído decir a alguno, y que hoy actualizo para ustedes

No sé si Ángel ha sido un gran maestro con alma de mecánico, o un gran mecánico con alma de maestro. El caso es que en ambas técnicas se ha movido como pez en el agua y las ha gozado. Ni fue ni es muy amigo de las imposiciones burocráticas en el convencimiento, que comparto, de que las decisiones tomadas en los despachos por gente que no ha pateado talleres ni aulas no pueden llegar a buen puerto, solo se convierten al final en papeles y más papeles, e informes y más informes, generalmente todos inservibles.

Mucho ha llovido desde que un jovencísimo y atildado maestro ovetense llegara a Cerredo. Desde entonces, Ángel se ha sentido muy cangués aunque, todo hay que decirlo sin haber perdido nunca del todo su condición de carbayón.

No me voy a perder aquí en loas ni panegíricos. Su trayectoria profesional y el decir de sus alumnos son la mejor referencia. ¿Anécdotas?. Podríamos relatar miles. De los colegios, de talleres, de rallies, del Voladorón, de viajes y excursiones, de las andanzas por El Reguerón con don Tomás y don Luís….

En una ocasión regresando de Madrid y a punto de alcanzar el túnel del Huerna, un piloto rojo de mi coche, entonces casi nuevo, se encendió. Paré. Miré en el libro una y otra vez y nada. ¡Qué carajo! me dije. Llamé:

-Oiga don Ángel, se me ha encendido un piloto que… bla… bla..

– ¿Dónde está?.

-En tal sitio al lado de tal y tal.

-Nada, no te preocupes, eso es que se ha mojado el no se qué carajo del servofreno y entonces el tiruriru contacta con el notemuevas y…(Todo un tratado técnico). Tú sigue y seguro que se apaga.

Hasta hoy. Incluso en una ocasión tuve que llamarle desde Madrid, donde estaba asistiendo a un cursillo, para que me diese ¡la matrícula de mi coche!. Sabía esa, las de los que tuve anteriormente y las de al menos el 70% de los cangueses.

Gloriosas fueron nuestras estancias en Oviedo de cursos y cursillos. Mi iniciación a las parrilladas de pescado en la Zamorana, de Gijón, en las que actuó de maestro de ceremonias; nuestras aventuras por Irrondo de Besullo en un todo terreno y campo a través….. en fin.

Fue al primero, y al único, que vi utilizar el Marca como herramienta de trabajo en Matemáticas.

Fue al primero, y al único, que vi utilizar el Marca como herramienta de trabajo en Matemáticas. Era imposible, con las tan traídas y llevadas técnicas pedagógicas que propugnaban los expertos de entonces, lograr que Alberto, el popular “Macareno”, aprendiese a leer y, por ende, a resolver problemas. Como era, y es, un grandísimo aficionado al fútbol, cada vez que había partido preguntaba los resultados a Ángel. Éste le daba el Marca y le decía: Aquí vienen. Míralo y me lo dices. Por ende que nadie de la clase debía decírselo. Para pasmo de los expertos Alberto aprendió a leer y explicar todas las alineaciones y las jugadas del Narcea o el Madrid del que es profundo seguidor. Claro que de vez en cuando Ángel le hacía decir eso de “Visca Barça” para enorme cabreo de aquel.

Queda también en el recuerdo del Maestro Casanova su “habilidad” para reconducir a los entonces alumnos de octavo de primaria, especialmente a los más atravesados y conflictivos (unos magallones de mucho cuidado), en expertos constructores de posadas para el Belén Viviente, aguerridos soldados de Roma o dinámicos agentes de seguridad y control del personal. Incluso algunos terminaban de pastores en torno a un fuego real y asando chorizos que no se de dónde demonios sacaban. En esos días navideños, don Ángel era para ellos capitán general.

Ángel, don Ángel, Camión….. Un fuerte abrazo en la amistad y el cariño

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R. Mera

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