Emilio Rodríguez, poeta, pintor,dominico y cangués
El poeta, pintor y sacerdote cangués, Emilio Rodríguez González, de 82 años, nos dejó con la misma discreción conque había desarrollado toda su vida desde la congregación dominica a la que pertenecía. En estos últimos años ejerció como sacerdote en Parque Lagos (Madrid)
Emilio ha sido considerado desde muy diversos sectores como uno de los grandes poetas de nuestro tiempo y acaba de partir hacia ese territorio que venía, seguramente, intuyendo como remanso de paz esperado en sus últimos libros.
Nacido en Villar de Adrales, Cangas del Narcea, el 9 de julio de 1938; en el seno de una familia de ocho hermanos, estudió Periodismo y Teología, residiendo durante muchos años en Salamanca, donde desempeñó, por los años 80, el cargo de director de Radio Popular, al mismo tiempo que creaba la tertulia Papeles del Martes, editora de la revista que, con el mismo nombre, se mantiene aún como una de las referencias literarias más importantes de cuantas se publican en nuestro país.
En el año 2013 intervino en el acto del Poeta ante la Cruz, que organiza la Cofradía de Cristo Yacente de Salamanca con su poemario Hoguera en la mirada. Versos de una existencia desgarradora, que buscaron la luz de la esperanza en los espacios catedralicios: Venid a llorar juntos/ las piedras demolidas/ la soledad aullante/ de las puertas sin goznes/ las ventanas colgadas sobre abismo de llanto.
En Cangas fue el protagonista central de la celebración del Día del Libro en 2016, acto que Miguel Ángel Pérez y yo tuvimos el honor de compartir con él.
Todos los veranos, llegado septiembre, acudía tres o cuatro días hasta Cangas, “a revitalizar mis raíces y vivir el silencio”, solía decir. Se hospedaba en el convento de Corias y visitaba a los amigos de siempre, José María (el del Carrascal), Obdulia y Agapito, y Maribel y a mí. Y siempre acudía con el último libro en la mano, o uno de sus dibujos. Muchos de ellos decoran las paredes de mi despacho o el pasillo de mi casa.
Como poeta, publicó más de 20 libros de los que pueden mostrarse como referencia de su obra los siguientes títulos: Penúltimo cansancio, Pregunto por el silencio, Marea de bolsillo, Como árboles que andan, El canto funeral de la distancia, Horas menores, Jardines recortables, De noches y naufragios, Todas las preguntas, Mar que huye, Del tiempo y de las manos, Tiempo para los ojos, Lugar de manantiales… y todos ellos viven en una de las baldas de mi librería
Pese a haber sido ciudadano de diversos mundos, nunca perdió Emilio sus raíces del aldea: ni en su vivir, ni su hacer, ni en la palabra, ni en el espíritu de su sus versos:
“A esta parte del mundo/ ya no llueve/ silencios/. Ya no crecen las casas/ como buscando/ el monte/. En cambio, se hace estable/ un clima de exabruptos, una actitud cansada/ de estar/ en otra parte/”. Dice en su libro “Lugar de Manantiales” en palabras muy adecuadas a la actualidad.
La muerte de Emilio supone una gran pérdida para la ciudad de Salamanca, ciudad en la que brilló con luz propia como uno de los ilustres personajes de la literatura de esta época y, como no, para Cangas a la que no olvidó nunca.
Y quiero cerrar este acercamiento al poeta y amigo con sus propias palabras. Palabras en las que condensa el sentir de todos cuantos desde la aldea se han visto obligados a seguir el duro camino del exilio aunque en días como hoy, vuelva junto al terruño porque, dice Emilio: “Aunque nunca haya existido/, llevamos un prado/ en el recuerdo
Descansa en paz amigo
Lo que sorprende que en ningún medio de Asturias se le haya recordado. Ni el TPA, ni, que yo sepa y soy lector de ambos en La Nueva España y El Comercio. Quizás alguien de ustedes pueden ponerse con los directores de los diversos medios para que le recuerden como se merece.
Estoy en ello pero sin mucho éxito. Sí hicimos un pequeño homenaje en Onda Cero Cangas del Narcea