De las cenizas al verde; lección de vida
Perdieron su verdor y su brío hace ya más de un año. De alguna forma aún guardan una especial belleza erguidos contra el azul del cielo del atardecer villuercano.
Troncos y ramas se alinean disciplinados en un orden natural que no conocemos, pero que de alguna forma se deja ver. Los troncos junto al suelo en su grosor, y buscando las alturas las copas airosas y abiertas en las que ya verdean las hojas no ha mucho grises y sin vida.
Y camino de la Cabeza del Moro y las aguas cristalinas y cuasi ocultas que la acarician, el caminante se siente fortalecido ante el orden natural de las cosas que, ajeno a las menudencias del diario acontecer que nosotros consideramos de una importancia más que mundial, persiste en su humildad constante y eterna, inmutable en su discurrir natural estación tras estación.
Sobre las cenizas de ayer, los pinos apuntan un nuevo y esperanzador reverdecer que nos apunta como hemos de vivir nuestro propio camino.