CANGAS.- La devoción a la VIrgen del Carmen II

Continuamos con la explicación de la devoción a la Virgen del Carmen y su evolución en Cangas

El cambio de nombre de la iglesia de Santa María de Entrambasaguas no fue una cuestión de un día para otro ya que empezó en el siglo XVIII y terminó en el XIX. En 1.891 se integra plenamente en la de Santa María Magdalena y desde 1.902, y hasta hoy, la Sociedad de Bienhechoras de Nuestra Señora del Carmen, fundada ese mismo años, se hace cargo del mantenimiento del templó y del cuidado de la Virgen.

A lo largo de los siglos XVIII y XIX, las fiestas del Carmen nunca fueron sufragadas por la parroquia, todos los gasto corrían a cuenta de la cofradía y de particulares, aunque las dificultades eran muchas y las aportaciones pocas. Eran de pequeña entidad y tan solo si el día grande caía en festivo se animaba la concurrencia. Tampoco eran muchos los gastos: un gaitero para la verbena, una comida, el organista, y poco más. La procesión se celebraba alrededor de la iglesia y no hay referencia alguna a voladores.

A medida que avanza el XIX Cangas evoluciona convirtiéndose en una villa de servicios, con varias ferias anuales, comercio estable, aumento de población y casas de huéspedes, Co ello lo hace también la fiesta que se desarrolla durante los día 15,16 y 17 de julio aunque no era igual para  todos. La mayoría de los vecinos seguían bailando delante de la capilla de Ambasaguas mientras los más pudientes organizaban bailes exclusivos en el Casino Recreativo. La Magdalena no se festejaba casi nada. Fiesta y feria se mezclaban en un todo. En las últimas décadas el programa es ya uniforme y definido repitiéndose cada año en el mismo orden mezclándose elementos antiguos como la foguera que se encendía la víspera en Ambasaguas y los bailes de giraldillas, y modernos como las iluminaciones con faroles a la veneciana. Y aquí sí se señala como hechos señalados la profusión de cohetes, fuegos artificiales y globos con tracas que se lanzaban en distintos días. Los espacios más emblemáticos eran el barrio de Ambasaguas y el Campo de la Vega. Una comisión recaudaba dinero entre los vecinos para sufragar los gastos.

Entrando ya en el XIX se describía que en el día grande, la fiesta comenzaba a las nueve con la alborada con la Banda y gaitas y tambores. Seguidamente misa y procesión en la que la Virgen era conducida por “cuatro caballeros de significación y valimiento, así como los que conducían también las cuatro cintas y hachas encendidas”. Desde los balcones, profusamente adornados, se arrojaban flores e incluso se colocaban en las calles arcos de triunfo.  En ésta procesión no hay referencia a clase algunas de disparos cosa que si se hace en la de por la tarde. Se realizaba ésta a las cuatro con el mismo recorrido que hoy en día.” Durante el recorrido abundaban los cohetes, especialmente al entrar la imagen en la iglesia, momento en el que había descargas extraordinarias”.

Estas celebraciones se mantienen prácticamente iguales hasta la fundación de la Sociedad de Artesanos en 1.902 que nace con la orden expresa de “contribuir y dar realce a estas fiestas”. A partir de aquí a los actos establecidos por Festejos se suman los de Artesanos, especialmente el disparo de voladores, misas y banquetes de hermandad.

En 1.913 se sigue disparando a la entrada de la Virgen en su capilla aunque existen referencia de años anteriores que señalan que también se hacía cuando cruzaba el puente. No sé exactamente en qué año se comenzó a efectuar la Descarga con la parada de la Virgen al puente.  En 1.927, La Maniega describe: “Al asomar la Virgen a la entrada del Puente Romano fue saludada por infinitos voladores que lanzaban al espacio docenas de personas desde El Pelayo, Los Nogales y el Fuejo. La descarga duró hasta que la imagen entró en la iglesia”. La estructura básica de la actual Descarga ya estaba definida. En el programa de 1.956 si figura que habrá descarga de voladores cuando la Virgen llegue al Mercado “en la procesión de la mañana” y “cuando llegue al centro del Puente Romano”, en la de la tarde.

Y año tras año y desde aquellos entonces, los cangueses siguen homenajeando a su Virgen con no ya cientos, sino miles de voladores, en la más sonora oración jamán oída. Y la señora les corresponde extendiendo su manto protector sobre todos y cada uno de ellos de forma que los voladores tan solo sean elementos de gozo y ofrenda y nunca artefactos de dolor o daño. Y así venido sucediendo. Hasta el día de hoy solo se recuerdan pequeños accidentes, especialmente quemaduras, pero nunca ha sucedido “una desgracia” con los voladores de la Descarga. Y quizás por ello su número ha venido aumentando años tras año bajo el control, el conocimiento de la pólvora, el respeto de los cangueses y la protección su Virgen. Y así seguirá por los siglos de los siglos junto a su devoción.

Bibliografía

-La Maniega

-“La explosión de la fiesta”. X.López y J.M.González

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R. Mera

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