Un berzocaniego en la Descarga del 37.- Recreación histórica
Avisaré de entrada a mis lectores que yo soy berzocaniego, de una pequeña villa en las estribaciones de la cacereña Sierra de las Villuercas y que, por mi edad, aunque esta es y larga, es obvio que yo no estaba en Cangas el 16 de julio de 1937. Les cuento:
En julio de 1936, el regimiento Zamora nº 8 de La Coruña inicia el camino hacia la liberación de Oviedo. Hacia el 9 de agosto se encuentra en Ponferrada donde se organiza una columna con tropas gallegas con el objetivo de avanzar sobre Asturias .
El 12 de agosto parte dicha columna, y el día 19 ocupa el puerto de Leitariegos. Junto con la columna de López Pita , ambas bajo las órdenes de Gómez Iglesias , avanza por Cangas del Narcea ( día 22), Tineo (25) y La Espina (27), en donde enlazan con las tropas rebeldes que venían por la costa y dejan todo la comarca del río Navia aislada.
Tras la ocupación militar de Cangas del Narcea por las fuerzas franquistas un destacamento se instala en la villa y comenzará un proceso de persecución de aquellos elementos no afectos a las nuevas autoridades, siendo la prisión municipal (actual edificio del juzgado) el lugar en el que serán confinados los partidarios del gobierno republicano.
Y así estaban las cosas en julio de 1.937, iniciada ya la novena a la Virgen del Carmen con una enorme preocupación entre los socios de Artesanos (alrededor de 50 que quedarían en 43 al año siguiente) y especialmente de su presidente, Felipe García Villa, que veían como se acercaba del día del Carmen y no se vislumbraba de qué forma se lograría acarrear la pólvora necesaria para la Descarga.
-Don Dositeo, digo yo que algo tendremos que hacer. Con esto de la jodida guerra no hay forma de encontrar pólvora por ninguna parte.
Felipe debió dirigirse así, más o menos, al párroco cangués.
-Algo se nos ocurrirá, pero desde luego algo deberemos hacer
-Y digo yo, Don Dositeo ¿Y si hablamos con los militares del puesto?. Quizás tengan pólvora.
Don Ernesto Álvarez, coadjutor que fue siempre de esta parroquia de Santa María Magdalena, insinuó la posibilidad de ir al día siguiente a hablar con el comandante de puesto de las tropas aquí acantonadas, no sin antes ponerse en contacto con el alcalde, a la sazón Modesto de la Uz Fernández.Y así lo acordaron. El militar les explicó la imposibilidad de hacerse con voladores, y menos aún con pólvora. Pero algo se nos ocurrirá, les animó. Quedaron para volver a verse al día siguiente, 15 de julio.
Y ahora permítanme que rompa el hilo del relato cangués para trasladarme a la villa cacereña de Berzocana, en la Sierra de las Villuercas.
Allá a mediados de los setenta, tío Fujito, Fulgencio Carretero García en los papeles oficiales, pregonero que fue posteriormente, un hombre sencillo y discreto me abordó en la calle:
-Hola Pepe, así que vives en Cangas del Narcea, eh. Tengo yo muy buenos recuerdos de ese pueblo. Estuve allí acantonado en la guerra. Había una capilla muy bonita junto a dos ríos, al lado de un puente en pico. En la puerta tenía un ventanuco con rejas y allí acudía la gente a rezar. Yo también lo hice. Me recordaba mucho el de la Concepción de aquí. Entonces rezábamos mucho, por la cosa de la guerra, ¿sabes?..
-Si Fujito, vivo allí, y esa capilla que dices es la de la Virgen del Carmen, cuya fiesta es la más importante de Cangas.
Y tanto, menudos bombazos soltamos en la procesión del año 1937.
-¿Cómo que bombazos?
-Sí. Según me dijeron allí tenían la costumbre de, cuando llegaba la procesión de la Virgen al puente de ese barrio, tirar cohetes y más cohetes, a puñaos dicen que los tiraban. Como ese año no los tenían hablaron con los mandos del destacamento y en vez de cohetes disparamos nosotros los mosquetones y algunas bombas.
En aquel momento no le di importancia a lo que Fujito me contaba y allí quedó todo. El relató resucitó de nuevo en mi memoria cuando lo contó Don Jesús Bayón, el día que recibió la Medalla de Oro de Artesanos. Até cabos.
Lo que me contó Fujito era el acuerdo al que llegaron los curas cangueses y el presidente de artesanos con los militares en Julio de 1.937.
Poco antes de la procesión, una media docena de soldados al mando de un cabo se colocaron en el Prao del Molín, al final del mismo y en la parte derecha. Junto al puente, también en el Prao, otro grupo, armados con sus fusiles reglamentarios se alinearon dando la espalda al puente.
Y contaba Fujito: Todo debía de estar ya pactado y programado por cuanto al llegar la imagen de la Virgen al centro del puente…
-¡Al aire!, ¡Apunten!, ¡Fuego!..¡Apunten! ¡Fuego!. Y así hasta tres o cuatro veces.
Nada más terminar la fusilería, los soldados que estaban al final lanzaron las bombas de mano que llevaban preparadas.
Tanto los cangueses como los soldados quedaron encantados con aquella improvisada Descarga, momento que hemos podido recrear ahora gracias a lo contado por Don Jesús y los ya hace años casi perdidos recuerdos de mi paisano Fujito, que aún se emocionaba recordándolo.
-Y las campanas, había unas campanas pequeñas en la ermita que tan solo dejaron de repicar mientras disparábamos. Decían que su sonido ponía muy nerviosos a los del pueblo. A nosotros también nos pusieron
Fujito murió hace ya años si intuir siquiera que otro paisano suyo terminaría contando la Descarga durante cuarenta y tres años en muy diversos medios. Y menos aún que terminarían relatando su participación en la misma en aquellos años tan difíciles.