La foto y su pie.- Impronta
Cercan los verdes la villa. Discurre parsimonioso el Narcea casi ya en estiaje y las neblinas del mañana, ya mediado julio, tienden sus tamices de gasas sobre el paisaje.
La quietud de la foto deja no obstante adivinar el despertar de la villa abriéndose a la laboriosidad de sus gentes, al quehacer de las faenas del diario, al asentamiento de un difícil presente que ha de cimentar la forja de un mejor futuro.
A la izquierda, el blanco del edificio de los juzgados destaca su contraste con el fondo sucio de contaminación que con los años fueron dejando el paso de camiones de carbón camino de Soto de la Barca. Huella de una etapa económica floreciente.
Al fondo, Cangas se estira estrechándose hacia el valle del Naviego mientras que a la derecha, las diminutas casa del Cascarín trepan en curva y contracurva hacia la cima de la montaña.