Minería.- El tiempo no es reversible
La Junta Local de Hostelería de Cangas del Narcea ha expresado su postura con respecto a un estudio económico en el que se plantea “destinar los fondos que se designen para paliar la crisis del coronavirus, al arranque de nuevo de las minas”.
Desde la óptica de un profano en economía y perspectivas de mercado, detecto en esta posición más cariño y añoranzas que planteamiento de una solución real y viable. En lo escrito aprecio que no se habla en absoluto de empresarios e inversiones empresariales, elementos totalmente necesarios y determínantes, tan solo de subvenciones y ayudas.
Entre las propuestas que plantean se señala “que las empresas eléctricas que quemen carbón nacional obtengan un beneficio fiscal de un 5% en el impuesto de sociedades; y conceder subvención para reabrir las explotaciones mineras con contratos blindados de 25; crear ayudas a fondo perdido para estudiar su arranque y así poder obtener unos créditos subrogados a 10 años con interés máximo del 2%; para las térmicas que necesiten reforma, aportar el 10% de la inversión a fondo perdido y el 40% con un crédito subrogado a 50 años, siendo el 50% restante aportado por la propia empresa eléctrica, quien debe comprometerse a quemar carbón nacional”.
Me pregunto, y quiero creer que se ha hecho, que ha habido contacto con empresarios, sean o no del sector, que habrán avalado la viabilidad de este proyecto y lo que es más esencial: que será rentable en la economía actual de mercado en la que se mueve el carbón.
Hemos de tener en cuenta que hemos entrado en un nuevo periodo de vida y negocios y tipos de trabajo que está dejando atrás a paso agigantados las diferentes formas de vivir y relacionarnos que hemos tenido hasta ahora. Los proyectos subvencionados y no rentables para los inversores están condenados a agotarse en sí mimos, cuando no a morir envueltos en corruptelas de amiguismo. Ejemplos hay.
Y detecto su enorme optimismo en esta frase: “Con estos cálculos, totalmente viables en tan solo cinco años se duplicaría el empleo en las comarca mineras”.
Quizás también ese optimismo se asienta en la creencia de que con la utópica apertura de minas de carbón aquí y allá volverán los múltiples puestos de trabajo y, sobre todo, los sueldos de la época gloriosa. Aunque vehementemente lo deseemos, eso no volverá. Es el sino de los nuevos tiempos