ENCLAUSTRADOS XIII. En el Paseo de los Frailes
Jueves 26.- Se vislumbra Santa Marina entre la niebla suave. Ha enfriado, tan solo cuatro grados. Se nota, y mucho, que los días han estirado. La villa se despereza en tenso silencio de esperanzas,. Esperanzas que se individualizan tras cada ventana, de cada cortina que se entreabre. Poco a poco el sol se va abriendo camino.
A los ocho de la noche de ayer, miércoles, nos emocionamos. Las luces y sirenas de las ambulancias y vehículos de la Guardia Civil irrumpieron por el Corral recorriendo toda la Calle Uría entre aplausos de los vecinos que se amontonaban en balcones y ventanas. Fue un especial momento de solidaridad y ánimo, de conjunción espiritual si se quiere. Y nuestros aplausos se hicieron extensivos a los que en ese momento se afanaban en los hospitales y centros de salud, en los obradores de las panaderías, en la recogida de basuras, en el transporte de alimentos, en la seguridad ciudadana, en el cuidado y servicio de los mayores en el mantenimiento de las redes eléctricas, telefónicas y de internet; en los servicios de agua y fabricación de material sanitario y medicinas imprescindibles; a los gasolineros, a los de la limpieza, a los voluntarios… y también para los vecinos de al lado y de enfrente
Ya sé que le hablo poco de mis tardes. Pero hay un tiempo entre la redacción y la publicación que desenfoca los momentos del lector. Es la servidumbre de los tiempos de publicación o emisión. Veo la televisión hasta las cinco y media y seguidamente paseo una hora. Tomo café relajadamente y planifico la cena y la comida del día siguiente. Leo las últimas horas informativas en los digitales y me pongo a leer o ver la tele. Lo que resulta más interesante en cada momento se lleva más atención. A las ocho aplaudimos y saludamos a los vecinos y, seguidamente, tele o serie hasta la hora de dormir, allá cuando los relojes señalan ya la una de la madrugada
Hoy he decidido trasladarme a Tineo y subir pasear por el Paseo de los Frailes. Despacio dejé atrás el barrio de Pico de la Villa subiendo la suave cuesta entre árboles y dejando el disfrute de la vista de la villa para la vuelta. Ahora dejo que mis ojos se recreen en paisajes a derecha izquierda, hora de vista corta, luego de panorámicas buscando el horizonte.
Me pierdo en el tiempo sin dejar de mover los pies. Dos frailes me adelantan ligeros. Es lógico, el camino al que dieron nombre era el elegido por ellos para llegar desde el convento, en la villa, a la capilla de San Roque. Giro y casi sin parar inicio el descenso saludando a unos peregrinos. Allí al fondo, Tineo parece esperarlos abriéndose frente a las altas montañas que unen Asturias y Galicia en un abrazo. Es éste un agradable tramo del Camino de Santiago. La belleza se extiende a todo lo largo del kilómetro que dura el paseo en cuesta abajo. Seguro que, como yo, también lo agradecían los peregrinos a punto de terminar su etapa.
¡Que poco tiene ya que ver este camino con aquel que recorrí en mis años de maestro en Soto de la Barca!. Durante casi nueve años fui también tinetense.
Desperté de mis ensoñaciones a tan solo medio segundo de embestir a la puerta que pone fin al pasillo. Dejé el camino y volví a la rutina de cada día
El cielo se está encapotando y se anuncian agua, frio y nieve.
Paciencia y feliz jornada