ENCLAUSTRADOS XI.- De cumple con un así no y un así sí
Martes, día 24.- Me despierto muy pronto, ni siquiera ha comenzado Alsina. Me doy la vuelta he intento coger el sueño. Vano intento, el cansancio no aprieta y eso, a determinadas edades, libre ya de presiones del trabajo y el futuro personal se nota.
Me llega como un chispazo a la mente. ¡Anda carajo!. ¡Si es 24 de marzo!. Pues resulta amigos que estoy de cumpleaños. En plena edad juvenil. Setenta y cuatro años de nada, de ellos 48 en Cangas. El pensamiento me llena de energía y olvidándome de achaques y dolorcillos me arrebujo de nuevo entre las sábanas.
Como cada día me asomo a la ventana. El tiempo cambiante ha quitado el uniforme de colores a la incipiente y aún vergonzosa primavera. Por la acera de enfrente, un hombre grueso camina lentamente cual canónigo en la oventense calle Fruela en mañana de domingo.
Tras asearme vuelvo de nuevo a la ventana. Tal parece una mañana de domingo de los de antes. De aquellos de mortecinos amaneceres llenos de perezas acumuladas en el trabajo del día a día, de duermevelas alargadas en la cama con desperezamientos y ensoñaciones. Desayuno con Alsina. No me gusta lo que cuenta, tal parece que las Comunidades autónomas han iniciado un sálvese quien pueda marcando territorio. Sería un suicidio ir ahora a un conflicto político. Los egos pueden a la razón. El sol no puede con la niebla. Miguel recuerda desde la radio que estaré con ustedes a medio día y que es mi cumpleaños. Gracias amigo.
Tras recoger y antes de iniciar mí paseo matinal de nuevo a la ventana. Sorpresa. Una pareja de mujeres conversan tranquilamente en la calle. No aprecio distancia de seguridad, ni tampoco prisa alguna. Unos diez minutos después allí continúan dándole a la de sinhueso. Así no.
Contrasta la imagen con la de un hombre totalmente equipado que debe estar realizando alguna tarea de desinfección o limpieza. Así sí.
Por fin el sol rasga las cortinas de niebla y luce en montes y calles. Durante un largo tiempo la acera, la calle, permanecen
solitarias, ni siquiera pasan los perros y sus dueños. El amarronado parece haber decidido no efectuar paseos tan largos o alguien habrá hecho al dueño entrar en razón. Comienzan a llegar las primeras felicitaciones. Como es de razón de los de casa, pero a medida que pasa el tiempo el zum-zum del móvil no para; entran mensajes cual churros salen de la manga en la mañana madrileña de San Isidro.
Llegan en la distancia las campanadas de la colegiata marcando el paso del tiempo ajenas a todo lo demás. Cangas sigue su andar pausado de sufrida cuarentana con estoicismo y disciplina. Los que pretenden hacer valer su inmadurez o su estupidez insolidaria son los menos.
Llevo mal lo de leer el periódico en digital. Echo de menos el ruido del papel al pasar las hojas, el olor de la tinta y su marca sobre los dedos. Debe ser que he llegado tarde a eso que llaman las nuevas tecnologías. Y aunque me tomo una cerveza mientras brujuleo por La Nueva, el ABC, el Marca, el Digital.com, el Comercio o La Voz de Asturias digital, aquella no me sabe igual que la ya añorada en la mesa, del Molinón, junto al ventanal, con los periódicos de papel en la mano.
Hoy me homenajeo con un par de cerveza especiales, artesanales, que me regalaron mis nietos en Aranda de Duero las pasada Navidades. Las acompaño con unas aceitunas rellenas, un revuelto de frutos secos y unos tacos de queso de Llanes. Brindo con Maribel en presencia y con todos ustedes en la distancia.
Paciencia, y feliz jornada.
Muchas felicidades, espero que hayas pasado un buen día. Un abrazo desde la distancia
Gracias amigos