Enclaustrados II.-De engaños y pocos aplausos
El sol se ha ido viniendo lentamente, abriendo el día con timidez. A las seis de la mañana pulso la radio y escucho las primeras noticias, el coronavirus sigue siendo protagonista total.
Me dejo llevar de nuevo por el sueño. Es un duermevela de oír y dejar de oír. Las ocho. Me digo que en esta nueva situación el día es largo. Sigo con mi duermevela hasta las nueve. El sol ya acaricia las cerradas ventanas de la villa. Es un sol como de invierno, paliducho. Rio abajo, desde El Corral, la niebla sigue el curso del mismo. Es todo lo más que alcanzo a ver desde la ventana.
A la diez de la noche, salimos ayer a la ventana. No se oía nada. Desde Lorenzo Menéndez llegaron unos tímidos aplausos ya a las diez y tres minutos. Enfrente, todas las persianas permanecían bajadas, apenas en un par de pisos se adivinaba luz. Los aplausos parecieron animarse, pero ni en nuestro bloque, los colindantes o los de enfrente, se abrió una sola ventana. Nosotros aplaudimos en solitario. Según las Redes, sí sonaron en otros barrios, pero tímidos, como avergonzados.
Avanza el reloj. Un joven pasa con su perro. Más tarde lo harían otros dos. Calma absoluta. Me hago una hora de pasillo. Lo he transformado en el camino de La Himera. El asunto de la diabetes. He ido por Santiso y he vuelto por el Pontón: La imaginación no tiene límites.
Noto un cambio sustancial en la calle. Durante la tarde de ayer apenas había coches estacionados. Anoche todo estaba lleno. Esta mañana a las once seguía completo. A partir de ahí, poco a poco comenzaron a aparecer claros. Poco tiempo después había muchos más huecos que coches. Las ventanas seguían cerradas.
Lo ha contado Miguel Ángel Pérez. En la tarde de ayer, en el camino que lleva a San Antonio del Pando, había concentración de gente paseando: cientos y cientos, dice: andando, en coches, en bicicleta, en quad. “Me sentí culpable y pido perdón. Creía que iba a estar solo, pero todos debimos pensar lo mismo”.
Hubo muchas familias que se fueron a los pueblos. Eso no es solidario, eso contribuye a expandir el virus; quedarse en casa es quedarse en casa: no es ir y venir al pueblo. Me da la impresión de que hoy está sucediendo lo mismo. Cada vez hay más lugares vacíos en los espacios del Paseo.
Maribel ha salido a por los periódicos. Apenas se ha encontrado con media docena de personas que hacían lo mismo o iban a comprar pan.
-Da una impresión rarísima andar por la calle, me comenta
Comienzan a subir algunas persianas y pasa algún coche que otro. El sol sigue sin calentar y la radio anuncia cambio del tiempo, llega el frío y la nieve. Debe ser la agonía del invierno.
Voy a tomarme un café. Suena el toque del Ángelus en el cercano convento de las Dominicas. Después prepararé la comida, creo que un arroz “con cosas”, que decía el otro, estará bien para hoy.
Paciencia y feliz jornada