La foto y su pie.-El murmullo del silencio
Se oye el silencio en la mañana canguesa del día de San Pedro. Tan solo el murmullo de las aguas al abrazarse en Los Nogales rompe el letargo del momento.
Suavemente el aire acaricia la copa del arbolón, ya enhiesto, y balancea la corana en el colocada no sin esfuerzo y peligro. Parece que la reseca de la larga noche se ha quedado enredada entre la hiedra y hierbas de los muros que encauzan los ríos y las esquinas de los edificios de Ambasaguas. Ahí aguardará la llegada del medio día para desperezarse lentamente, justo cuando los cangueses comiencen su diario ir y venir.
La larga noche del Arbolón ha abierto un año más la temporada festiva en la villa. Los espíritus de los dos Susos, padre e hijo, abrazan el tronco y se van sin irse. Cada año sus manos invisibles empujarán también el arbolón a la hora de izarlo.