BERZOCANA.- Un paseo en la primavera de Alcuéscar
Fulgencio Rodríguez (mi hermano), desde su residencia del pueblo de Alcuéscar, me remite una vez más un escrito para que os lo haga llegar a vosotros. Aquí os lo dejo:
“Es primavera, la luz del sol entra radiante por los cristales de mi habitación a tal punto que me deslumbra y no veo la pantalla del ordenador.
Apago el equipo y me voy a dar un paseo.
Los campos llenos de flores, los árboles centenarios que con savia renovada empiezan a repuntar el verdor de sus ojos.
Los ríos y regatos que corren por doquier, el suelo que antes era tierra polvorienta, ahora aparece cubierto por una alfombra de lindos colores, mis fosas nasales se ensanchan para recibir el aire perfumado que pasa directamente a mis pulmones para transformarlo en nuevo oxígeno.
Un rebaño de ovejas pace tranquilo en un olivar sin levantar el hocico de la esponjosa y abundante hierba.
El pastor, avisado por el perro que al verme y oír la silla de ruedas se ha puesto a ladrar, levanta la cabeza de libro que está leyendo, me mira y dice.
– ¿Qué, a dar un paseo, hoy que esta la tarde buena?
-Pues sí, porque si no este año nos vamos a poner modorros de estar allí metidos.
-Pues tienes razón, este año el agua vino tarde y ahora no se va.
-Y sin embargo míralas a ellas que contentas están de que tienen mucha hierba, dije mirando las ovejas que no levantaban la cabeza ni para andar-
-Está más contento el pastor que no tiene que comprar pienso,
– Debe de ser caro mantener un rebaño a base de pienso
– Ya ves, como que yo estaba a punto de venderlas y mandarlas a tomar por culo. ¿Pero a ver quién las compra?. Y por cuatro perras.
Note que el pastor tenía ganas de hablar; quizás estaba aburrido de estar toda la tarde sin habla con nadie y decidí quedarme un rato más conversando con él.
Debió de percibir en mi interés que yo no era de capital y me preguntó
– ¿Eres de mu lejos?
– No, soy de Berzocana.
-Y eso ¿Pa onde coños cae?
-Para Guadalupe, un pueblo pequeño y escondido.
-Y tanto, pero ahora que lo dices me ha venio a la cabeza un puto chascarrillo que no yo se quién me lo contó: “Del pueblo de Berzocana, acudieron cuatrocientos barberos para afeitar una rana y la quedaron con pelos”
Nos reímos,
-Yo ya lo sabía, dije al final, no lo había oído nuca hasta que me vine aquí. Y me lo dijo tío Gervasio Guerra.
-¡Quien sino!. Anda que no sabe cuentos ni na, contesto el pastor, y eso que su hijo Valentín no le deja que los cuente.
-Lo que no me aclaró fue si la rana era muy grande o los barberos muy torpes, dije siguiendo la broma.
Con la conversación se me había hecho tarde, por lo que me despedí del pastor.
-Me voy, que no me dan de cenar, dije mirando el reloj.
_Pos si que sos tienen bien diciplinaos, como en la mili, si no llegas a rancho no comes.
-Bueno mañana si estás aquí, vengo a hacerte compañía otro rato.
-Cuando tú quieras ya sabes que la vida de los pastores es la soledad, a veces no pasa ni dios.
Aquellas palabra me produjeron tristeza pero tan bien satisfacción por que sin querer había hecho compañía un rato a aquel hombre que no tenía más compañía que sus ovejas”,