La foto y su pie.- Fuente de la Teja
La luna del coche estaba demasiado sucia y el limpia arrastraba la suciedad embadurnando aún más el cristal.
Sin dudarlo un momento, camino de Cañamero, me salí de la carreta: la fuente de la Teja. Limpiaré la luna y beberé un trago de su agua fresca y luminosa. Me bajo decidido y… o desilusión: Ni gota de agua.
Estaban secas las piedras, y los alrededores, y hasta la pileta. Tan solo zarzas resecas y polvorientas entre yerbajos. Hasta las hojas se habían quedado dormidas encima de la rejilla. Todo el entorno presenta un paisaje de agosto caluroso y de chicharras (cigarras), de cercados polvorientos y sueños de agua.
Es la Teja testigo notarial de la larga sequía que asfixia a los campos extremeños. Ni una gota, ni siquiera humedad en sus surcos de desagüe.
Pasa la tarde y la dehesa se enciende de rojos. Ni una sola nube de esperanza