El nuevo Café Comercial no es ya el de poetas y tertulianos
El Café Comercial, en la madrileña glorieta de Bilbao, ha abierto de nuevo sus puertas. Me encontré con ello por sorpresa en un paseo vespertino por la zona rememorando juventudes idas ha ya tiempo.
Entré y pedí un café. Si ya me había extrañado la presencia de mesas con sillas de colores en una terraza antes inexistente, en la barra noté una sensación extraña. Donde antes había quietud y conversaciones moderadas ahora se detectaba agitación tras la barra y conversaciones en voz alta.
Entré en el viejo salón donde antes lo habían hecho escritores, periodistas, políticos y tertulianos de a pie ávidos de charla en un Café con “pedigrí” y ambiente. No quedaba nada de aquello. Las mesas de historias y recuerdos eran ya también historia y las nuevas aparecían con mantelitos, platos, cubiertos y servilletas, técnicamente alineados y dispuestas a recibir comensales. Las tertulias o el rincón para los escritores no tenían ya hueco. Un mostrador en curva ocupa también gran parte del espacio y allí, junto a las escaleras de acceso a la planta superior, en un rincón, unas mesas aparecían desnudas de vajilla.
Las puertas del viejo Comercial habían abierto de nuevo, mas yo salí con la sensación de que su espíritu había marchado ya para siempre al igual que lo hicieron aquellas poesías de juventud con la que, ilusos, nos creímos escritores.