CANGAS DEL NARCEA.- Ecos del Carmen: Rubén
Rubén, con sus ocho años acuestas, llegó a Cangas del Narcea de la mano de sus padres. Su padre, Marcos, quería conocer la Descarga de la que tanto les hablaban sus tíos. Y llegaron desde Suiza sin saber muy bien qué se iban a encontrar.
Rubén y su hermana pequeña, Nuria, recibieron su bautismo de fuego en la noche del 14, en la zona del antiguo Lagarón, entre los miembros de la Carcasa y La Alpargata. ¿Miedo?, ¿susto?, ¡nada de nada! Se llevaban las manos a la cabeza, se tapaban los oídos, lo dejaban, y aplaudían entusiasmados.
-¡Deprisa!, ¡deprisa!, repetían aplaudiendo ante la explosiva subida de cientos de voladores.
Y así el 15 y el 16. Y la Descarga desde el camino del Acebo, en la zona de El Sarmiento. Les gustó menos, querían estar más cerca.
Al llegar a su destino, allá en las faldas de las Villuercas, en Berzocana, Rubén no olvidaba lo vivido en Cangas. Y quiso expresarlo en un dibujo, el que aquí les muestro. En el cielo, las palmeras de múltiples colores. Y predominando el color naranja con el que envuelve la subida de los voladores fijando la traza lumínica que trazaban en el cielo nocturno.
Y abajo las máquinas con los tiradores de La Carcasa inidentificables por sus camisetas
-El de la izquierda es Jose, asegura Rubén
En el patio de la casa extremeña de sus abuelos, Tomás e Inés María, Rubén ideó un volador con el que seguir disfrutando de sus vivencias canguesas. Y hasta le colocó un trozo de lana a modo de mecha. Imagino que no lo intentará en Suiza, allí lo tendrá bastante más difícil-
-Pepe Luis, ¿Podemos venir al año que viene?, me preguntó al marcharse.