NARCEA/BERZOCANA.- Yo también hice tertulia y escribí versos de amor en El Comercial, en la Glorieta de Bilbao. (I)
El lunes, día 27 de julio, el Café Comercial cerraba sus puertas, la Glorieta de Bilbao perdía unas de sus referencias esenciales y Madrid una parte de su historia artística y literaria.
Yo estaba en Madrid. Me enteré la noche anterior en el informativo de Telemadrid y no pude resistirme. Al día siguiente acudí ante el Café. Ya había echado el cierre y clientes y vecinos pegaban en sus cristales notas de apoyo o de nostalgia. Por allí habían pasado, podría decirse que con mesa propia, los hermanos Machado, Jardiel Poncela, Umbral, Celaya o Blas de Otero y estos últimos días el escritor Emiliano de Lucas.
Sus mesas fueron testigos de tertulias literarias, discusiones, conspiraciones políticas y muchísimas partidas de ajedrez con análisis de todo cuanto acontecía en la villa. Últimamente, en la parte alta se había abierto hueco los partidos de fútbol
Pero cuando me vi ante sus cerradas puertas no fue eso lo que me vino a la cabeza sino mi relación con el Comercial, porque, salvadas todas las distancias, yo también emborroné cuartillas, hablé y cortejé en sus mesas.
Mediaba la década de los sesenta y yo pensionaba en la cercana calle Olid. En Malasaña acudía a una academia de tarde-noche, “Magister”, a la que acudía terminada mi jornada laboral en la empresa Isodel Sprecher. Félix Rodríguez y yo éramos los mayores de un grupo de estudiantes muy jóvenes, más pendientes de divertirse que de estudiar, lo cual nos trajo alguna que otra complicación pues, tras una jornada de trabajo nosotros queríamos aprovechar el tiempo. Entre los 18/19 años de ellos y nuestros 24/25,la distancia era mucha. Ello no quitaba para que alternásemos juntos y nos saltáramos alguna clase que otra. En estos momentos aparecía el Comercial en nuestro horizonte. Félix, Tello, Pallero, yo, y algún que otro alumno cuyo nombres ha borrado el tiempo, y un ramillete de preciosas chavales entre las que se encontraba Maribel, mi actual mujer, Mari Carmen Ortuzar, Conchita, Luisi y Elia que nos dejó en plena juventud por aquellas fechas.
Parece que algún pálpito no consciente me avisó del cierre y situé en su terraza, en la del Comercial, un episodio del artículo “Un arbolón en Madrid” que escribí para el Porfolio festivo de este año.
En aquel entonces yo me inclinaba más por el verso que la prosa y allí, en el Comercial, se fraguaron algunos malos poemas de aprendiz pero que guardé más por lo sentimental que por su calidad artística. No he tenido que buscar mucho para encontrarlos y hoy quiero compartir uno de ellos con vosotros. Seguidamente lo haré con el otro con el fin de no alargar este escrito. Permitidme que sea mi pequeño homenaje al Café Comercial tras sus 128 años de historia.
Atardece en la villa del oso y el madroño
En este eterno Madrid tan estático y cambiante, en el Café Comercial por entre cuyas mesas aún parece que vaga la sombra de Larra, nustra generación mata su ocio en interminables charlas de los felices veinte.
Pero Madrid es joven y viejo al mismo tiempo. Por entre las fisuras de su pasado aparecen explosivas las ideas de una nueva generación, “la Nueva Frontera” que dijo el malogrado Kennedy, también tiene hoy su representación en el Comercial-
Sí, somos nosotros. Nosotros que, al igual que Madrid, somos románticos y modernos al unísono. Nosotros que de los versos de Lope o Bécquer pasamos sin interrupción a la música beat. ¿Nos conoces?. No te preocupes, nos iremos presentando:
Mari Carmen: raza y temperamento de “ser” español. Campos de Castilla,
campos de trigo y oro, delicadeza y carácter.
Maribel: la dulzura del Sil ha bañado en sus áureas aguas los aceros
árabes. Ojos que Julio Romero hubiera pintado sobre un balcón
del sevillano barrio de Santa Cruz.
Elia: parece salida de un retrato de Miguel Ángel. Podría ser muy bien la
Elisa de un nuevo Garcilaso. Notas de Parsifal que hubiesen
tomado vida en el pentagrama de la vida.
Luisi: ciprés y junco de la vida. Torrente que el llano pacifica en aguas de
romance.
Pallero: sobre fogoso corcel andaluz, los versos de Góngora juegan el papel
de un nuevo barroquismo. Sobre ampulosas formas esconde Natura
su sencillez.
José Luis: En su imaginación las riberas del Sena dibujan caprichosas formas
de bohemia. Calle y silencio, pluma y espada.
Se apaga la tarde. Alá en Málaga, el sol bosqueja purpúreos reflejos en las espaldas de los últimos bañistas. Los recuerdos se unifican sobre un triángulo con tu imagen:
Cuenca-Café-Comercial- Málaga.
P.D. Me obliga el ser caballero
a justificar tardanzas
y a Conchita en estos ripios
rindo mi capa y espada.
Café Comercial 28-III-69