BERZOCANA.- Villancicos junto al fuego (VI). Ardía la zarza
Este es uno de esos villancicos a los que es difícil encontrar una lógica. Une la zarza ardiendo de Moisés, del Antiguo Testamento, con la Virgen y Jesús y las condiciones del pesebre en Belén. Como todos los que se cantaban alrededor del fuego se les dotaba de una gran lentitud y solemnidad, arrastrando las sílabas y, en determinados versos (que hemos indicado) alargando muchísimo determinadas vocales. En la primera estrofa, en la repetición de los versos segundo y cuarto; y en la tercera en el segundo se sube la intensidad de la voz y se canta con mayor energía. Eran muchos los hombres que hacían ader la zarza en Nochebuena el día de Navidad. Todos (mis tíos Meras, tío Obispo, tío Beltoldo, tio Juan Luís Torres, don Pedro el maestro) lo interpretaban con gran solemnidad y creencia. Aunque hay algunas variaciones, esta es la que yo recuerdo.
ARDÍA LA ZARZA
Ardía la zarza y la zarza ardía
y no se quemaba la Virgen María.
Y no se quemaba la Virgen María.
Ardía la zarza y la zarza ardió
y no se quemaba el Hijo de Dios.
Y no se quemaba el Hijo de Dios.
En un portalito churrro
cubierto de telarañas
parió la Virgen María
al Redentor de las almas.
¡Proooobecita Virgen!
¡Vaaaaa pisando nieve!
¡Poooodiendo pisar rosas y claveles!
¡Pooodiendo pisar rosas y claveles!
Porque en un pesebre,
porque en un portal
La Virgen gradece la fe y voluntad
La Virgen gradece la fe y voluntad.
Ardía la zarza y la zarza ardía
y no se quemaba la Virgen María.
Y no se quemaba la Virgen María.
Ardía la zarza y la zarza ardió
y no se quemaba el Hijo de Dios.
Y no se quemaba el Hijo de Dios