CANGAS DEL NARCEA.- Uvas canguesas en los retablos barrocos, un estudio de Carmen Martínez
El equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), liderado por la canguesa Carmen Martínez, ha identificado un total de seis variedades de uva cultivadas en Asturias y Galicia en 101 retablos barrocos de 54 iglesias de estas regiones.
Así, el resultado de la investigación, que publica la revista Economic Botany, destaca el valor del arte como instrumento para estudiar la evolución histórica de los cultivos de vid así como la antigüedad de algunas variedades de uva. Las seis variedades halladas en los retablos del siglo XVII son Loureira, Tinta Castañal, Albariño, Albarello (también llamada Brancellao), Dona Blanca y Palomino Fino.
Carmen Martínez, investigadora del CSIC de la Misión Biológica de Galicia, ha explicado que el estudio se basa en la comparación de las hojas y los racimos de variedades de vid reales con las que aparecen en los retablos barrocos.
“En algunos casos hemos encontrado un alto nivel de realismo, precisión y fidelidad en las representaciones. Esto nos ha permitido identificar algunas variedades reales y confirmar en algunos casos su posible carácter autóctono y la antigüedad de su cultivo en la zonas vitícolas en las que se ubican las iglesias cuyos retablos han sido estudiados”, ha añadido.
Los investigadores visitaron cada una de las 54 iglesias y tomaron imágenes de las hojas y racimos de vid en las columnas salomónicas de los retablos. Este elemento arquitectónico, típico del arte barroco, se caracteriza por su forma helicoidal y su decoración vegetal, generalmente con hojas y racimos de vid. Después, en el laboratorio, los investigadores midieron numerosos detalles botánicos en las imágenes con los mismos métodos y técnicas utilizadas para medir las hojas y los racimos reales.
Martínez ha señalado que en la bibliografía antigua hay nombres de variedades de vid muy concretas y ligadas a determinadas zonas pero solo en algunos casos van acompañados de breves descripciones. En el siglo XIX empiezan a aparecer algunas descripciones puntuales más amplias que incorporan, en casos muy excepcionales, ilustraciones, que permiten identificar correctamente las variedades.
“Salvo esas excepciones, en el resto de los casos todavía hoy continúa el debate en torno a los orígenes de muchas variedades, la antigüedad de su cultivo en zonas determinadas, o los problemas de sinonimias y homonimias. El hecho de haber sido capaces de identificar una variedad real en un retablo, demuestra que en el siglo XVII esa variedad se cultivaba en esa zona concreta”, ha comentado.