CANGAS DEL NARCEA.-Y fue su última Descarga

Descarga en el 2007

Las nieblas mañaneras  cercaban la villa canguesa agarradas a las montañas que la rodean.Resistian a un sol un tanto tibio que, sin mucho entusiasmo, iba poco a poco colando sus rayos entre aquellas sacando tenues reflejos a las gotas de orballo que aun permanecían tintineantes colgadas de las ramas de árboles, arbustos y las  hierba de los prados.

En Los Nogales, acodado sobre la barandilla de la pasarela del Narcea, Luis miraba totalmente absorto el discurrir de la aguas del rio. Por alguna circunstancia se le vinieron a la mente aquellos versos de Gerardo Diego dedicados al rio Duero que  estudió en el bachillerato, allá cuando se inauguraba  el nuevo Instituto de La Vega

…Quien pudiera como tú

a la vez quieto y en macha

cantar siempre el mismo verso

pero con distinta agua

Y aquellas aguas del Narcea eran siempre las mismas y siempre también distintas: Las de su niñez, su mocedad y ahora las de su madurez convertido ya en padre de familia. Siempre las mismas, siempre distintas.

Y fue entonces cuando se preguntó y preguntó a las aguas qué pintaba él, muy  lejos ya de los cuarenta y cercano a los cincuenta, en toda aquella  parafernalia explosiva de las fiestas. Había pasado miedo en la Descarga, Un volador incontrolado pasó rozándolo cuando tenía entre sus brazos una carga completa de voladores para apurrir. Aguantó a duras penas pero no quiso intercambiar el puesto con su tirador tal como venía siendo tradicional cuando la cantidad de voladores asignado a la pareja llegaba a su mitad. Y despacio, obnubilado, se fue alejando de su puesto de tiro rio abajo… Acabó la Descarga, oyó muy lejanos los gritos, vítores y aplausos, y dejó escapar un gran suspiro. Era como si se hubiese quitado de encima toneladas de peso y responsabilidad.

A medida que llegaba el silencio del conjunto de la villa, le comenzó a llegar el cantar del rio…y le pareció ver entre las aguas las caras de sus dos pequeños hijos enviándole besos…quizá de ahí vendría su repentino miedo. Y le resonó la cantinela estudiantil:

Río Duero, río Duero,

nadie a estar contigo baja,

ya nadie quiere atender

tu eterna estrofa olvidada.

Da igual el Duero que el Narcea. Enderezó el cuerpo y comenzó a caminar…Un par de lágrimas se le escaparon de los ojos.

Yo me iré, mis hijos se irán y se irán los hijos de mis hijos… y el Narcea y la Descarga continuarán en el tiempo siempre iguales, siempre distintos.

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R. Mera