CANGAS DEL NARCEA.- Los dulces de las monjas
De siempre se ha sabido en Cangas del Narcea de la calidad y especial esencia de los dulces que venían elaborando las monjas dominicas del convento de la Calle Uría de la villa caguesa. Antaño muy demandados, el acto de acudir a comprarlos al convento se fu perdiendo con el paso de los años y las nuevas modas. Muchos de nuestros jóvenes ni tan siquiera han oído hablar de ello.
Es por ello por lo que quiero resaltar aquí el reportaje elaborado por la corresponsal de La Nueva España Demelsa Álvarez, en el que nos cuenta y pone en valor el trabajo que a este respecto se realiza en el convento de Nuestra Señora de la Encarnación, de Cangas del Narcea. Cada jueves, nos cuenta, salen unas 80 cajas de cada uno de los dulces que elaboran las once monjas dominicas que lo habitan en la actualidad: rosquillas, alegrías, coronillas, almendrados, galletas de avellana, nevaditos y polvorones. Esta comunidad de religiosas desarrolla una vida contemplativa y de clausura en el monasterio situado en el centro de la villa, que complementan con el trabajo en su obrador para poder hacer frente a los gastos de este gran edificio.
“Las galletas de avellanas, una receta india adaptada, se ha convertido en la especialidad de las religiosas canguesas que en estas fechas navideñas elaboran polvorones y nevaditos”
Y nos relata Demelsa: “Cada día, de lunes a viernes, entran a las ocho y media de la mañana al obrador para elaborar sus dulces artesanales, que incrementan con las fiestas navideñas. Durante décadas, tan solo horneaban sus tradicionales rosquillas de las monjas, realizadas a partir de una receta antiquísima. Pero hace dos años decidieron ampliar el abanico y ahora sobre la mesa de trabajo tienen habitualmente alegrías, coronillas, almendrados, (estos últimos solo por encargo) y galletas de avellana, que se han convertido en la especialidad de la casa. Mientras que en estas fechas suman la elaboración de nevaditos y polvorones.
“Sor Dalia es la encargada del obrador desde hace un año y explica que el único ingreso que tiene el convento es el que les llega a través de la venta de sus dulces, por lo que decidieron ampliar la variedad. Con gran éxito fueron acogidas las galletas de avellana, que han llegado a convertirse en su producto estrella. Se trata de una receta que han importado de India y a la que la han dado un toque local sustituyendo de los ingredientes los anacardos por las avellanas”.
La elección de este dulce no fue casual, sigue relatando Demelsa, “se debe al fuerte vínculo que esta comunidad religiosa tiene con el país asiático donde en 2002 fundó un convento de clausura. Además, en Cangas del Narcea, cuatro de las once monjas son oriundas de India. A las monjas mayores cuando iban a la India les encantaban estas galletas y vemos que a la gente también les están gustando mucho”, explica Sor Dalia, que precisamente es natural de este país asiático y lleva 15 años en Cangas del Narcea”.
Toda la comunidad se involucra en la elaboración de los dulces sin más ayuda que sus propias manos y la fuerza de sus brazos, puesto que no tienen ninguna máquina que les facilite el trabajo en el amasado de las masas o para dar forma a los dulces. “Entre los ingredientes destacan la calidad de la mantequilla con la que trabajan, de Reny Picot, donada por el empresario Francisco Rodríguez, natural del concejo”.
También son ellas mismas las que se encargan del empaquetado de los dulces, una tarea que en momentos de trabajo más intenso, como puede ser la campaña navideña, se extiende también durante la tarde.