SUROCCIDENTE.- Podremos recuperar nuestras raíces perdidas

Ya desde la diáspora emigratoria del s. XIX, la pérdida de personalidad y raíces de los pueblos, y sobre todo de las aldeas, comenzó a notarse. De forma imperceptible y quizás tan solo para unos pocos notable se  hizo ya esta situación  con la gran avalancha que se inició en los cincuenta, adquiere sus máximos en los sesenta y setenta y aún no ha terminado.

Los pueblos se han ido vaciando, los vecinos   que quedaban han ido muriendo por la propia ley de la vida y otros se han encerrado en sí mismos a solas con sus recuerdos, sus soledades y sus nieblas internas y externas. Hana ido cayendo hórreos y paneras, se han hundido corrales y cuadras y las paredes de muchas d las viviendas son ya tan solo testigos derruidos y heridos por el paso del tiempo y el olvido. La misma situación que se aprecia en los cuerpos humanos. El paralelismo del deterioro de la materia cuando se ignora o se la desprecia.

Y al igual ocurrió con los conocimientos que los pueblos habían atesorado a lo largo de los siglos. Frase a frase, palabra a palabra se fueron olvidando y  uno se perdieron en las avenidas de las grandes urbes, otros entre las añoranzas de la migración más lejana, y los más simplemente porque quedaron en el pueblo, junto al riachuelo, justo en aquella piedra en que un día de hierba se cantó por última vez. Los más en un olvido querido y forzado en el afán de cada uno de quitarse la capa y el concepto de aldeanismo que se les achacaba

Preservar los saberes de las personas mayores de la zona rural es uno de los objetivos del programa “Xuntanzas”, ideado por la concejalía de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Cangas del Narcea y que se clausuró este miércoles con una fiesta en la que se juntaron participantes de las diferentes parroquias por las que itineró. La iniciativa se impulsó con la idea de dar vida a los pueblos y combatir la soledad en la zona rural, pero a la vez se aprovechó para recopilar la toponimia de los diferentes espacios de cada localidad y recuperar de la memoria de las personas mayores historias, tradiciones y costumbres.

“De estos encuentros surgieron cosas muy interesantes y curiosas, solo con las intrahistorias que nos fueron contando en los pueblos de Trones y Besullo reconstruimos un asesinato”, ejemplifica la responsable del Servicio de Normalización Lingüística, Mónica Rodríguez. Se trataba del asesinato del vaqueiro Picos, de Businán (Tineo), que según cuentan fue a registrar un monte comunal con el dinero de todos los vecinos y lo puso a su nombre, así que lo esperaron y lo mataron. De este suceso surgió una copla que aún recuerdan en estos pueblos cangueses por los que pasó el programa “Xuntanzas”, que no fueron los únicos que se juntaron para recordar, también lo hicieron en la parroquia de Carceda, San Pedro de Culiema, San Juliano y Agüera del Coto.

Rodríguez hace hincapié también en la aportación lingüística que supusieron estos encuentros, en los que se vio como el concejo se divide en dos en cuanto a forma de hablar y a conservación de tradiciones. “En la parte de Rengos y del río Naviego pronuncian, por ejemplo, “mucher” y “trabachar” mientras que en el resto “muyer” y “trabayar”, esta particularidad supone también diferentes formas de referirse a herramientas de trabajo o de tradiciones”, cuenta. De este modo, un baile tan identificativo del concejo como es el Son d’arriba se da con más intensidad en las zonas de Rengos y Naviego, lo mismo pasa con la tradición de cantar el ramo. “A nivel de vocabulario hay una riqueza muy grande y al analizar cada sitio vamos descubriendo estas diferencias culturales entre zonas muy interesantes”, resume.

Para los participantes la experiencia también fue muy enriquecedora, les permitió rememorar otros tiempos que aseguran que echan en falta. “Se echa mucho de menos esos pueblos de antes, por el roce que había entonces entre vecinos que ahora no hay. Antes nos juntábamos para trabajos, para ir a fiestas, ahora quedamos muy pocos en el pueblo y casi ni nos vemos”, cuenta José Luis Díaz, de San Pedro de Culiema. Su mujer Mercedes Menéndez destaca la importancia de poder contar sus vivencias porque si no a los jóvenes “no les va a quedar nada” de cómo era la vida de los pueblos.

Mari Mar Cadenas, de Trescastro, aprovechó su participación en xuntanzas para explicar el ramo que se dedica en la localidad a Santa Isabel. Una tradición que se recuperó por nuevas generaciones hace dos años, después de más de una década sin celebrarse. Por ello, cree que a nivel cultural está resurgiendo el interés por la tradición: “Parece que hoy en día hay un poco más de auge y la gente joven vuelve a querer tocar el pandero, a ver si logramos que no se pierda la tradición”.

La concejala de Servicios Sociales, Alba García, asegura que el programa volverá a desarrollarse el año que viene por otras zonas del concejo. Las parroquias que participaron en esta primera edición se eligieron por no recibir ninguno de los otros talleres que también se desarrollan desde el Ayuntamiento. “Nuestra idea con este programa es custodiar costumbres, tradiciones, toponimia, saberes y, sobre todo, dar voz a nuestros mayores y reconocer la aportación que hacen a nuestra sociedad”, destaca.

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R. Mera