TINEO.-Los tinetenses, al igual que habían hecho los cangueses, también tonaron el ayuntamiento
Ha ya tiempo que en este espacio hablamos de la toma del ayuntamiento cangués por los serranos, allá a finales del siglo XX, hartos ya de caciquismos y de las arbitrarias cargas de impuestos. De ello tienen bastantes referencias los cangueses y de ello también dimos cuenta en mi blog “De acebo y jara”.
No es tan conocido el caso de Tineo cuyo ayuntamiento también fue `tomado´ por los vecinos hartos ya de las maniobras de los caciques del concejo para obtener los escaños municipales manipulando descaradamente las urnas electorales.
El 12 de abril de 1.931, los resultados de las elecciones, según fuentes municipales, habían dado como ganadores a los conservadores monárquicos frente a una escueta minoría de los independientes republicanos que se presentaban por primera vez en Tineo a unas municipales.
Descubiertas la artes caciquiles con las que se habían hecho con la victoria los primeros y llegado el día de la toma de posesión del nuevo alcalde, una masiva manifestación, que las crónicas de entonces establecieron en millares de vecinos, se concentraron ante las puertas del consistorio con pancartas, griterío y algún que otro `artilugio contundente´, según señalaron entonces, impidiendo se celebrase la citada toma de posesión. Tal fue el efecto causado que el Gobierno Civil de Oviedo anuló dichas elecciones y ordenó que volvieran a realizarse el 31 de mayo. Los resultado en estas segundas votaciones fueron bastantes diferentes a los de la primera; ya que dieron 18 concejales a los republicanos radicales, 4 a los independientes 1 para los republicanos federalistas y otro para los socialistas.
La consiguiente toma de posesión fue entonces clamorosa. Los vecinos se concentraron otra vez frente al ayuntamiento, pero con intenciones muy distintas y entre cantos y vivas. Salió elegido alcalde José Maldonado González, que más tarde sería miembro del gobierno regional republicano y el último presidente de la república en el exilio.
Al igual que en Cangas, una vez más el pueblo llano, harto de ser utilizado y vilipendiado por caciques y gobernantes sin escrúpulos, manifestó su poder soberano con argumentos y razones más que contundentes.
Quede pues así registrado