378 kilómetros de Leyes en lo que llevamos de democracia ¿Hay quién dé más?

Dicen los qué de ello soban que  en lo que llevamos de democracia se han aprobado en España 40.000 leyes y normas. Hemos pasado de unas 3.000 normas al año, a comienzos de los 80, a unas 12.000 en la actualidad. El año pasado se publicaron 1.275.465 páginas entre todos los Boletines Oficiales de ámbito estatal y autonómico, según el último informe “Producción normativa” de la CEOE. Y para que mejor lo visualicen ustedes les diré que si ponen en fila todas esas páginas sumarían 378 km., así que es normal que las empresas, autónomos, usted, yo, y cualquier ciudadano estemos totalmente perdidos. La maraña jurídica cada vez es más densa y compleja y, lo que es más grave, ello es lo que facilita su incumplimiento.

 Los sectores más afectados por este aluvión de leyes y normas son la agricultura (1.300 nuevas normas al año), la construcción (1.100) y los servicios profesionales (800). Por ejemplo, hemos escuchado recientemente en Asturias a los ganaderos o profesores protestando contra el exceso de burocracia. También los alcaldes asturianos se han quejado de la cada vez más asfixiante telaraña administrativa: “la burocracia nos come, nos ralentiza, nos agota, nos consume” claman. En el otro lado, los sectores con menor regulación (menos de 100 normas al año) son, entre otros, el de la alimentación, la información o el textil.

Podíamos poner cientos de ejemplos. Valga este: En Oviedo, las casas rurales de obra nueva deben tener el tejado obligatoriamente en color rojo tejaa. ¿Será un peligro público colocar el gris o el verde que me gustan más? Listos los ingleses que tienen un refrán:”mi casa es mi castillo” para resaltar metafóricamente la total autoridad, protección y autonomía que tienen en su hogar, incluido el color del tejado

Se han acuñado múltiples palabras metafóricas para describir esta situación: inflación legislativa, hipertrofia, explosión, legislación motorizada, diarrea normativa, elefantiasis legislativa, etc. Todo ello para referirse a la rápida evolución del ordenamiento jurídico. Es decir, una sucesión vertiginosa de normas que, al poco tiempo de entrar en vigor, son modificadas o derogadas por otras posteriores montando así un lio monumental Pleitear en España es morir entre papeles, leguleyos y administraciones llenas de funcionarios con el protocolo de turno pegado en salva sean sus partes

A los ciudadanos nos daría prácticamente igual a no ser por la llamativa regla que nos regala el Código Civil en su artículo 6.1: “la ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento”. No existe el deber general de que conozcamos todas las leyes —tarea hercúlea— pero sí pagaremos las consecuencias por desconocerlas.

Además, se observa un paulatino empeoramiento tanto en la utilización del Lenguaje como en la legibilidad normativa porque completan su contenido haciendo referencia a otras disposiciones aterieres. Las nuevas normas tienen de media 11 enlaces a otras. Por tanto, el barullo normativo no hace más que crecer y enredarse, como hiedra y  maleza, dificultando que los expertos las entiendan y relacionen en conjunto. Añadan a ello el impacto desigual de la abundante normativa en función de la CC AA y que afecta muy, pero que muy negativamente a la economía y a la sociedad.

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R. Mera