Tierra, agua, fuego y aire. El hombre no es invencible ni dominador
El fuego habido en Valencia hace unos meses ha venido a rompernos la percepción que del mismo teníamos en dicha localidad: fuego, Fallas, ruido, alegría
En las festividades valencianas, y en general en las de todo el Levante, el fuego es purificación, es símbolo de la eliminación de toda impureza y contaminante de nuestra alma, es la manera por medio de la cual llegamos a la sanación de las energías negativas. Y así ha sido considerado desde los tiempos primitivos
Metafóricamente en la espiritualidad se le considera al fuego interior como la presencia divina y también como la vida misma. Es aquella llama que debemos estar avivando para darle combustible a nuestro espíritu, crece con nuevas experiencias y restaura nuestro ser, siendo así como el fuego nos limpia, nos renueva, nos hace. Pero ya le he dicho, todo es una metáfora.
Pero el fuego no metafórico, el real, nos acecha como mortal enemigo dispuesto a cobrarse su tributo, a actuar como uno de los cuatro elementos indomables de la Naturaleza a los que los hombres llevan intentando domeñar desde el principio de los tiempos sin haberlo logrado nunca. Y al igual ocurre con los otros tres elementos que, con el fuego, configuran los esenciales de la naturaleza, aquellos que el hombre no logra dominar en su totalidad y que, de tiempo en tiempo, así lo hacen saber a la humanidad entera.
Esos cuatro elementos básicos son la tierra, el agua, el fuego y el aire, que ya lo eran para muchas doctrinas antiguas y desde entonces considerados como los constituyentes básicos de la materia .En la cultura occidental el origen de la teoría de los cuatro elementos se encuentra en los filósofos presocráticos y perduró a través de la Edad Media hasta el Renacimiento, influyendo profundamente en la cultura y el pensamiento europeo. Los estados de la materia, según la ciencia moderna, pueden considerarse sucesores de aquellos primeros modelos y contra ellos sigue luchando el hombre.
Si bien es cierto que, digamos parcialmente, se ha logrado encauzar las fuerzas de estos elementos, siempre aparece una imprevista y descontrolada, que rompe la creencia actual de que la humanidad es la que tienen todo controlado y a su servicio. Tremendo error que nos ha llevado y nos sigue llevando a dolorosas catástrofes.
Incendios, inundaciones, terremotos, desprendimientos… De tiempo en tiempo, los elementos de la naturaleza se hacen notar y nos advierten con ruido y contundencia que el hombre sigue siendo un enano frente a ellos. Bajémonos pues de nuestro falso pedestal.
Pero no quiero terminar con pesimismo ya que, como señala el periodista Raúl del Pozo, nada impedirá que año tras año llegue la primavera en su orden de floración: las mimosas, los almendros, los lirios,