CANGAS DEL NARCEA.- Historia de una tragedia de pólvora

La localidad de Cangas del Narcea amaneció  con el susto en el cuerpo tras la explosión ocurrida en la empresa Pirotecnia Pablo, en Vallinas, en la cual falleció el trabajador Modesto Guerra Vázquez, de 41 años. Natural de Bimeda y residente en la capital canguesa desde joven, la víctima se encontraba en el interior de una caseta en la que desarrollaba sus labores diarias. Era el miércoles 27 de marzo de 2024

Vista desde el luigar de los hechos

Así apareció la triste notifica en los medios regionales y así se corrió la voz rápidamente por todo el concejo. Hace unos cuantos años, el suceso habría sido recogido por la revista La Maniega y así habría pasado a la historia canguesa y su especial relación con la pólvora. Como quiera que la revista ya no existe, recojo aquí lo acontecido para que así quede registrado y sea conocido por los que detrás vinieren

Modesto Guerra atesoraba un gran afecto en la localidad. “Esta mañana estuve tomando un café con él antes de ir a trabajar, era conocido por todos y muy apreciado”, comentaba a los  medios un trabajador de una empresa cercana al lugar del suceso. Deja mujer y una hija pequeña. Llevaba largo tiempo trabajando en Pirotecnia Pablo, empresa para la que trabajó en dos etapas distintas, según los testimonios recabados. De ellos se infiere también que el fallecido era una persona my cercana a los vecinos.

Pese a estar durante muchos años vinculado laboralmente a la pólvora, además de residir en esta localidad especialmente relacionada a ella, Modesto no era especial aficionado a la festividad de la Descarga canguesa. Según diversas personas cercanas, no formaba parte de ninguna de las peñas de la localidad. Lo suyo, aseguraron, era sobre todo la caza, una pasión que le encandilaba “desde que era güaje”. Para poder disfrutar de ella, contaba con varios perros. Fueron sus fieles compañeros en cada jornada de montería. Los animales, comentaron, están en una finca cercana a la parcela donde se produjo el accidente.

Aunque residía en Cangas del Narcea desde joven, Modesto Guerra era natural de Bimeda, lugar donde su padre, un minero portugués jubilado, adquirió una vivienda a la que el fallecido acudía con su familia con asiduidad. “Solía venir cada poco con su mujer y su hija”, comentó un vecino del lugar que conocía a la víctima “desde que era un chaval”. “Siempre ha sido una persona muy simpática y muy preocupada por los suyos, familiares y amigos”, destacaron los consultados. Y añadieron: “Estaba loco por su hija, era lo más importante para él”.

El alcalde de Cangas del Narcea, José Luis Fontanilla, explicó que no tenía una relación personal con Modesto, pero que “lo conocía desde hace años”. “Somos una localidad pequeña”, comentó. El regidor acudió por la mañana a la finca de Pirotecnia Pablo, donde pudo recibir de primera mano las primeras informaciones de los servicios de emergencias.

Un brutal estruendo estremeció la villa

El fatal accidente se producía pasadas las 9.15 horas de la mañana. Un “brutal estruendo”, contaban los vecinos, sobresaltó a la a localidad. Según comunicó la Guardia Civil, ocurrió, por causas que se investigan, en una de las casetas de los polvorines de Pirotecnia Pablo. Las primeras averiguaciones indican que el accidente se produjo mientras Modesto Guerra, vecino de Cangas del Narcea y experimentado operario de la citada empresa, trabajaba en el interior de uno de los depósitos. La tremenda explosión arrasó el pequeño inmueble y afectó parcialmente a otro que se encontraba cercano, desprendiendo parte de sus paredes y el techo.

enn primer termno la caseta afectada

La detonación causó una gran columna de humo e hizo retumbar los interiores de las viviendas más cercanas, provocando algunos desperfectos. “Había restos de la caseta por toda la ladera”, aseguraron algunos testigos.

Rápidamente, los servicios de emergencias fueron desplegados en el lugar. Según diversos testimonios recabados, los primeros en llegar fueron agentes de la Policía Local, que contactaron con los responsables de Pirotecnia Pablo, que se encontraría en el lugar con otros trabajadores.

En cuestión de minutos, se personaron los bomberos del parque de Cangas del Narcea, la Guardia Civil y el servicio de ambulancias. En un principio, dada la confusión que provocó el suceso, se llegó a temer que otro empleado, además de Modesto, hubiese resultado afectado. Tras las primeras exploraciones sobre el terreno, se descartó que hubiese más personas en el lugar del siniestro.

Vista del polvorín

La caseta que saltó por los aires está situada en la parte inferior del complejo, en una ladera con vistas al pueblo de Vallinas. En su interior, la empresa se guarda la pólvora y otros materiales explosivos. Según informó la Guardia Civil, en el momento de la explosión, el empleado se encontraba “realizando un preparado de pólvora para su uso en pirotecnia”. El instituto armado desplegó en el lugar un equipo del Grupo de Especialistas de Desactivación de Artefactos Explosivos (GEDEX), así como efectivos de los servicios Seguridad Ciudadana, Intervención de Armas y Policía Judicial. Un médico certificó sobre el terreno el fallecimiento del trabajador.

La separación de casetas y el cumplimiento de las normas impidieron males mayores

Según explicó el regidor municipal, la separación de las casetas de almacenaje de explosivos, como determina la reglamentación, evitó una tragedia aún mayor, como la que en 1998 se produjo en Colunga,donde en un accidente semejante petecieron cinco personas.. Gracias a la disposición distanciada de las instalaciones y a otras medidas de seguridad, la deflagración no se propagó en el caso de Vallinas a otros polvorines. 

El estruendo fue tremendo. No dejaron lugar a duda alguna los testimonios de quienes sintieron en la mañana de aquel miércoles la terrible explosión. Los primeros en ver la magnitud de lo sucedido se temieron “lo peor” desde un primer momento.

Pese a que la explosión se limitó a una única caseta de los polvorines, el estallido “fue brutal”. José María Fernández, vecino de Vallinas, se encontraba desayunando a las 9 de la mañana cuando sintió un estruendo y un temblor “enorme”. “Me asustó muchísimo. Salté de la silla y me asomé a ver qué había pasado. Entonces vi la columna de humo”, relató. El interior de su casa, cuenta, “retumbó entero”, hasta el punto de que se rompió el marco de una de las puertas exteriores de la vivienda: “Vi que no estaba la caseta, que había mucho humo y restos por toda la ladera y carretera”.

Los testimonios

Daniel Lago, también vecino de Vallinas, estaba como Fernández desayunando con sus familias pasadas las nueve. Notaron en ese momento un ruido tremendo que hizo temblar su vivienda. Según explicó Lago, no fueron conscientes lo que era, pero enseguida escucharon llegar a los servicios de emergencias a la zona y vieron lo ocurrido. “Fue todo muy rápido”, relató.

Jesús Collar, empleado de un aserradero, se encontraba trabajando a poco más de cien metros del lugar de la explosión. Fue el primero en llegar junto a los servicios de emergencias. Se encontraba cortando estacas por la zona junto a otro compañero de trabajo, y el ruido de la explosión sorprendió a ambos. Inmediatamente, se acercaron hasta las inmediaciones del polvorín, donde coincidieron con los primeros miembros de la Policía Local en llegar al lugar del siniestro. “Vimos salir el humo y nos temimos lo peor”, explicó Jesús Collar. Rápidamente, añadió, llegaron los bomberos y la ambulancia hasta el lugar.

Entrada a las instalaciones

El fuerte estruendo se pudo escuchar a mucha distancia. Además de Vallinas, cuyas primeras casas se encuentran a unos centenares de metros del complejo de Pirotecnia Pablo y de cara a la ladera donde está ubicado, en Curriellos también se sobresaltaron con la explosión. “Estaba recién levantada y abriendo las ventanas cuando lo escuché. Muchas se cerraron de golpe y de milagro no se rompieron”, comentó una vecina. “Siempre ha sido una empresa muy segura, no se entiende qué ha podido pasar” relató la misma mujer.

A Cangas del Narcea, a un kilómetro de distancia, María Luisa Fernández comentaba: “En un primer momento, pensé que había sido un accidente de coche. Me asomé y no vi nada. Poco después oí sirenas que iban hacia allí”. Reside en la salida de la capital canguesa en dirección a Vallinas. “A veces deben hacer pruebas, porque se escuchan leves petardazos, pero lo de esta mañana fue demasiado”, añadió.

La investigación

«Hay que tener en cuenta que en este caso la investigación es más compleja que en otros, porque ha quedado todo arrasado y la caseta desintegrada y consumida a causa de la explosión, por lo cual, saber las causas es infinitamente más difícil y tomará algún tiempo», afirmó Juan Pascual Sevillano, capitán de la Guardia Civil que, cuando efectuó estas declaraciones destacaba que la investigación se encentraba todavía en su fase inicial y por lo tanto, era  imposible saber las causas. «Hemos recogido, durante la inspección ocular, las muestras que hemos considerado de interés y ahora el siguiente paso es analizar esas muestras. Nuestro trabajo se ha basado en la recopilación de muestras», comentó.

Además, reiteró que la Guardia Civil trabajaba sobre una escena «nada clara». «Si vamos a reconstruir las causas del accidente, se tienen que construir sobre unos buenos cimientos. Hay muchas posibilidades sobre lo que pudo causar la explosión», concluyó.

Por último, el secretario de Salud Laboral y Medio Ambiente de UGT, Mariano Fernández, solicitó que se investiguen bien las causas del accidente y que se aclare lo ocurrido. «Pedimos que la Ley de Prevención de Riesgos Laborales se actualice bien y se cumpla y también necesitamos más inspectores de trabajo, porque hay muy pocos», concluyó el representante sindical.

Investigadores en el lugar de los hechos

La iglesia parroquial de Cangas del Narcea acogió el responso por Modesto Guerra que, seguidamente, fue enterrado en Limés.

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R. Mera