CANGAS.- La semiolvidado Feria de las Pieles y los problemas que causaba el excesivo paso de camiones por la villa
Pasada ha ya unas fechas y de forma un tanto inadvertida para muchos cangueses, principalmente los jóvenes, la Feria de Ramos, quiero recuperar aquí uno de los aspectos más singulares que tuvo este feria en otros tiempos. Durante muchos años fue también conocida como la Feria de las Píeles y así hacía yo referencia a ella hace nada menos que hace cuarenta años.
“En el aspecto ganadero la feria fue un éxito de afluencia de público y reses que quedaron expuestas como expresión autóctona tanto de vacas como de xatos culones. Los tratos fueron muchos, aunque el índice de precios se mantuvo algo bajo”. Y agrego yo que esto era, fue y sigue siendo siempre igual: muy bajos para los que vende y demasiado altos para los que compran. Pero en el contexto general de esta feria es el mercado de las pieles el que más llamaba la atención tanto de locales como, especialmente, de los foráneos. Conformaba este mercado una curiosa muestra peletera rural que se extendía por La Vega o la Calle Mayor en un continuo ir y venir de los alimañeros que ofrecían su producto. En ese año (1.983) no acudieron muchos “debido quizás a la decadencia del oficio”. Y y es que un alimañero “ha de colocar sus garduñeras en invierno sufriendo la inclemencias del tiempo y recorriendo muchos quilómetros de monte a la captura de las presas que suelen ser generalmente raposos (zorros), gato montés, hurón , marta, jineta, nutria, melandru (tejón) y algún que otro lobo. El rendimiento de esta profesión no reporta al alimañero mucha más de quince o veinte mil pesetas por lo que van siendo ya pocos los que quedan en nuestro concejo. Los precios oscilaron entre las 5.000 y 2.000 pesetas la pieza”.
Este mercado comenzó a decaer deprisa y se aceleró al decretarse su prohibición aunque aún después de producirse ésta se continuaron vendiendo pieles de forma un tanto clandestina.
Y lo que son las cosas, amigos, en ese mismo año, y a principio de abril, el concejal Francisco Rodríguez de Llano (Pachín), denunciaba los problemas que el excesivo número de camiones que cruzaban Cangas estaban creando sin que nadie buscase solución alguna. Ni el denunciante, no yo que di publicidad a la denuncia podemos decir que teníamos vista alguna del futuro económico del concejo. ¡Ya ven como estamos ahora!
Decía el concejal: “Si de aquí a 1.985 no se toman medidas al respecto, la villa puede verse totalmente colapsada per el paso de camiones camino de la Térmica de Soto cuyo grupo tres está previsto entre en funcionamiento a finales del citado año o en el primer semestre del 66.” El grupo entro en funcionamiento pero a partir de unos años después todo comenzó a derrumbarse. Y es que años anteriores a éste que señalamos , las empresas antracitera confeccionaron una serie de estudios y proyectos en los que contemplaban la desviación de la carretera de Rengos circunvalando el casco urbano,. Proyectos que por el momento no han sido tenidos en cuenta para el estudio de su aplicación práctica. Y es que para esas fechas (1.885 en adelante) se preveía el paso por el casco urbano de un camión de gran tonelaje cada 6-10 minutos superándose y tras un elemental cálculo y con tan solo una flota de 200 camiones bastante más de 500 paso entre viajes de ida y vuelta. Teniendo en cuento el cuello de botella que ya era el Puente Nuevo ya originaba entonces se creaban serios problema incluso para el paso de peatones “si no se toman rápidas soluciones terminará colapsando toda la villa”, afirmaba Rodríguez de Llano.
El grupo tres de Soto se puso en marcha y años después comenzó el declive del carbón. El paso de camiones por la villa decreció rápidamente y todos los problemas que se auguraban pasaron como tormenta de verano. Entonces ni Rodríguez de Llano ni yo podíamos proveerlo, quizás ni en sueños. Y así estamos
