SUROCCIDENTE.-Y si recuperamos el estoicismo seremos felices… incluso aquí
Ni por asomo podía yo pensar que en estos días, con 23 años transcurridos ya del siglo XXI, iba a leer que el estoicismo es la doctrina filosófica que nos llega, la forma de vida que ha de salvarnos del casi caos, o caos sin más, en el que nos encontramos
Cuando allá con mis veintipocos años me acerqué a la Filosofía en el primer curso en la Complutense de lo que entonces se llamaba Filosofía y Letras, me encontré por primera vez con los estoicos. No entendía muy bien su doctrina, lo que pretendían, el porqué renunciar a todo para ser feliz. Y era ello comprensible por cuanto en aquellos entonces España dejaba atrás los años difíciles de la postguerra y, poco a poco, llegaban progreso y trabajo. Para aquello españoles, y más aún para los jóvenes como yo, el vivir de forma estoica ya lo habían sufrido bastantes años nuestros padres y abuelos. Así que pasé un tanto, o un mucho, de su doctrina.
Fíjense lo que son las cosas: el estoicismo nació en Grecia nada menos que en el siglo III AC, y ahora lo abrazan y predican pensadores, gurús de la Internet, terapeutas, esas personas que llaman influencers, famosetes televisivos sin oficio ni beneficio y muchos progresistas de moqueta y sillón. Y nos dicen, serios, circunspectos, y poco menos que admonizándonos, o admonizándonos del todo, que aquella doctrina que predicaron Cenón Epiceto, Séneca o Marco Aurelio son nada menos que “medicina para el alma”. Seralo si ellos lo dicen, que apostillaría un asturiano. Y nos explican estos expertos que las ideas y preocupaciones de aquellas gentes de hace unos 2.500 años, más o menos eran, aténse los machos, las mismas que las nuestras.
Pero antes de pasar a lo concreto, a aquello que debemos de hacer para ser un estoico actual militante, les contaré que usted, caballero, y usted también señora, para seguir la doctrina estoica que habrá de remediar nuestro males actuales con la doctrina de hace una porrada de años, debe de crearse “una independencia moral, una individualidad fuerte y virtuosa y aceptar lo más inevitable de la vida: la muerte. “Acéptala de buen grado porque forma parte de los establecido”, nos señalaba el emperador romano Marco Aurelio, estoico a más de emperador. Vamos que debemos de admitir que se va a morir sí o si, aún con su independencia moral y toda la parafernalia. Pero bueno, sabiendo que va a ser así tenemos ya mucho adelantado.
Y, una vez que admitamos lo de que la palmaremos sí o sí, debemos aprovechar el tiempo. Y por ello nos doce Séneca (en esta ocasión acertando de pleno) que “La gente es codiciosa con lo material, pero es despilfarradora cuando se trata de gastar el tiempo”. Y añade: cuando esto, lo de gastar el tiempo, “es lo único en lo que la codicia es una virtud”. Mira por dónde en esto hasta vamos a estar de acuerdo con el estoico Séneca.
Por cierto Vete a saber qué diría hora al ver como decicamos unas tres horas y media al día a vagar y cotillear por nuestros teléfonos móviles. Nada bueno, seguro
Admitamos la primera premisa estoica: “Cambia lo que puedas cambiar y acepta lo inevitable”. Viene a ser algo asó como esa aburrida coletilla actual de “es lo que hay” que nos sueltan cada dos por tres como argumento supremo de cualquier situación.
Cuando nació el estoicismo se vivían tiempos convulsos, se deshacía el imperio macedonio, imperaba la inseguridad y los individuos se sentían sin protección alguna, como si viviesen a la intemperie. Y los antes citados crean el paralelismo: En la actualidad vivimos preocupados por el puesto de trabajo, angustiados por si se cobrarán o no la pensiones o se podrá comprar un piso, o pagar un alquiles, por si se llegará o no a fin de mes, por si nos atracarán en cualquier cajero, por si nos quedaran sin casa los okupas o si, en su empeños por ayudarnos, los políticos acabarán con todo. Y luego está lo del cambio climático. Vamos totalmente a la intemperie como aquellos nuestros antepasados. ¿Solución? Ser estoicos, practicar el estoicismo.
Una de los normas no la veo yo con mucho futuro, al menos en estos concejos en particular y en Asturias en general. Dice: Durante unos días evita algo que te guste. Practica la abstinencia, Demuestra que disfrutas con tus placeres pero los controlas. Nada de comer, nada de beber, nada de tiqui-tiqui durante diversas épocas al año, Busca un modelo que sea empático, valiente, que triunfe ante la adversidad y… síguelo. Al final del día anota los episodios importantes y pregúntate: qué hice mal, qué hice bien y qué puedo hacer mejor. Y como decisión extrema nos dicen: “Si no puedes cambiar las desgracias y las penas, cámbiate a ti mismo, accede a tu `ciudad interior´, refúgiate allí porque ese lugar sagrado es solo tuyo. Nadie podrá quebrar tu interior si es una fortaleza inexpugnable”. Pues claro hombre, si es que estaba clarito, vamos como lo de la república de Ikea, más o menos. Pero si es que somos bordes a más o poder. Si hasta los gobernantes y sus aplaudidores nos torean llevando, trayendo y manoseando el significado de las palabras hasta vaciarlas totalmente de contenido.
Y termino con estos históricos consejos que, según los estoicos, viejos y modernos, nos llevarán a la completa felicidad:
-La mejoro venganza es mostrar indiferencia hacia quien te causó el daño
-La dulzura, cuando es sincera es una fuerza invencible
-No se llega a campeón sin sudar
-Es más necesario que el alma se cure que el cuerpo, porque es mejor morir que vivir mal
-No es pobre el que tiene poco, sino el que mucho desea. (En esta creo que vamos a estar de acuerdo)
Vamos a dejarlo aquí, pero me da que ahora, como ya pasó entonces, los que todo esto aquí señalado nos aconsejan, los que nos señalan distingamos entre lo que podemos y no podemos controlar, y dejemos de preocuparnos por las segundos casos, algo que resulta más difícil de hacer que de decir, los que nos predican el control de los deseos y la vida sencilla vienen a ser, antes y ahora, los favoritos de la fortuna cuya vida de placeres engendraban y engendran vacío espiritual y sentimientos de culpa.
Y filosofado que ya hemos, que cada uno ahora tome su camino