BERZOCANA.- El huerto de Tomás podría ser el de Fray Luis
En Berzocana, no muy lejos del regato que da agua a la conocida como Fuente Nueva, testigo durante cientos de años del devenir económico y social de la ilustre villa, tratamiento que así le fue otorgado por Felipe II, me dejo invadir por la calma del atardecer agosteño sentado bajo la parra junto a mi cuñado Tomás. El, tras la entrega abnegada, y a la vez alegre, de su madre Ana, artífice de la existencia del huerto en el que nos encontramos, es ahora el `alma´ del mismo.
Muy cerca, gallinas de variados colores picotean distraídas delimitada su libertad por una casera alambrada.
-En cuanto se acuesten nos vamos, dice Tomás cuando ya el sol ha comenzado a enrojecer las encinas de las dehesas y las alturas de la Sierra cercana.
Y es entonces cuando resuenan en mi mente aquellos versos aprendidos en mi adolescencia:
Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza el fruto cierto,
Y terminaba:
El aire el huerto orea,
ofrece mil olores al sentido,
los árboles menea
con un manso ruido,
que del oro y del cetro pone olvido.
Maribel (que nos hizo la foto) y yo volvemos hacia casa, allá junto a la “catedral” de las Villuercas. Tomás espera paciente a que las gallinas decidan acostarse.