CANGAS: De las galerías a las terrazas
En 1981, una canguesa de corazón y pluma, Reme García, colaboradora asidua de La Maniega en aquellos años, describía en un artículo sus añoranzas por las galerías en los edificios cangueses, a la vez que realizaba una consistente crítica sobre el predominio que sobre aquellas estaban adquiriendo las terrazas. Y lo hacía retrocediendo hacia mediados de la década de los sesenta, pero dejando claro que, exactamente igual que podíamos hacer ahora con respecto a los años en que ella lo escribió, “Cangas es ahora, es hoy, el otro ya es historia”.
Recreo ahora para todos ustedes aquel artículo:
“A Cangas hay que aceptarla como es porque rechazarla también es fácil, presenta todos los ingredientes para que resulte incómoda al visitante o al residente eventual, suciedad, alto nivel de vida…
Pero (y aquí está mi esperanza), hay aún algún ingrediente a su favor: las galerías. ¡Cuántas viejas casas con galerías cálidas! Con hermosas galerías rematadas con puntillas de madera.
Ahora que no hay tiempo para pasear ni para perder, he probado a perderlo paseando y cuando en esas galerías hay luz, las casas tienen una singular belleza y los remates de madera son como encajes de bolillo y esas viejas casas sin calefacción ni comodidades resultan agradables y le dan una gran personalidad a la villa.
Son como invernaderos para la gente, forman parte del entorno natural, y son el último testigo de una villa risueña y amable situada increíblemente en un valle encajado aprovechando quizás la confluencia de dos ríos
Pero como Cangas es `hoy´ ya no importa que yo me haya criado en una vieja casa con galería, porque vivo `ahora´ en una casa nueva con terraza. Con una fría inhóspita y gran terraza propia de los pueblos del Sur de España. No a tono con el clima. Con ese mismo clima especial que presenta el suroeste de la provincia.
Mi casa no tiene ventanas, tienen terraza para que sea fría en invierno y calurosa en verano, para que haya ruidos y suciedad, en definitiva para no ser usada nunca.
Y Cangas crece, pero claro no lo hace de un modo diferente a cualquier otra villa, lo hace peor; casas nuevas no bien situadas precisamente ni muy estéticas tampoco, pero eso sí, cada una con su terraza. La galería es cara, es antigua y el aluminio sustituye a la noble madera. Las galerías de Cangas se abandonan, las casas que las tienen se tiran y las gentes que las habitan suspiran por un piso con su terraza para poner plantas.
Ya no hace falta invernaderos para la gente, pero son tan bonitos con plantas…”
Corría Noviembre de 1.981