CANGAS DEL NARCEA.- El crimen de Valsagra

Permítanme ustedes que hoy le hable de un crimen. Lejano en el tiempo pero aún con retazos de tradición oral en algunas zonas, especialmente en la del rio Cibea. Me refiero al crimen de Valsagra. Y lo hago no por el crimen en sí, sino por la forma en que lo narró La Maniega dando especial importancia más que al crimen en sí  a la de de los personajes que en  torno a él se movieron.

Don Francisco Rodríguez Solar, que llegaba a Cangas desde Cibea en su automóvil, fue el encargado de traer la noticia a la villa en la tarde del día 29 de marzo, día de Viernes Santo, de 1.929. En el arroyo de Valsagra, medio metido en el agua, se hallaba el cuerpo de un hombre muerto.

El puente de Valsagra en 1.929 (La Maniega)

Y es aquí donde el redactor de la noticia comienza a dar nombres, casi siempre acompañados de un rimbombante adjetivo definitorio: “Rápidamente se trasladan allí en automóvil una pareja de la Guardia Civil con el activo sargento Sr. García Pozueco, y seguidamente, el Juzgado de Instrucción compuesto por  el digno juez don Bonifacio  Estrada, el secretario habilitado señor Avello, y el escribiente señor Díaz, a la vez que lo hacía el inteligente médico forense señor Villa”.

Tras las primeras indagaciones se comprueba que el cadáver es el de Manuel Suarez Ochoa, de cincuenta años, casado, maestro babiano y vecino de un pueblo de la Omaña. El cadáver presentaba un fuerte golpe en la cabeza producido con palo o cosa parecida. A juzgar por la hora en que tenía parado el reloj, se dedujo que el crimen debió de cometerse sobre las tres de la madrigada. La presencia en la carretera de grandes manchas de sangre llevó a la deducción de que el crimen se había producido en la misma siendo el cadáver arrastrado posteriormente hasta el borde de un precipicio por el que fue arrojado. El asesino tiró seguidamente algunas prendes pertenecientes a aquel como unas almadreñas, un saco y unos zapatos.

En principio la Guardia Civil procedió a la detención de unos gitanos que merodeaban por aquellos contornos; mas luego se siguió otra pista. Las correspondientes diligencias practicadas por el Juzgado llevaron a la detención de otro de los llamados maestros babianos, vecino de un pueblo de  Bembibre quien, en compañía del que resultó , regresaban del concejo de Luarca de dar escuela en los pueblos altos de aquel concejo camino de sus pueblos de origen por la carretera de Cibea. Las investigaciones confirmaron que los habían visto pasar juntos por Puenticiella y juntos fueron vistos en otros sitios el día antes del crimen.  Al día siguiente solo fue visto uno caminando por el Puerto, lo que apuntaba directamente al de Bembibre.

También pudo  establecerse que el móvil del crimen había sido el robo, unas cien pesetas que, por el tiempo que estuvo dando escuela en la temporada de invierno, se dedujo cobró el desgraciado en el concejo de Luarca.

El otro maestro, Domingo Nogaledo Arias, de veinticinco años, fue detenido en su propia casa y trasladado posteriormente a Cangas. En el momento en que La Maniego cierra la crónica, el juicio aún no se había producido.

Y este fue el denominado crimen de Valsagra que, suficientemente ampliado y novelado fue relatado junto a chariegas y contado en plazuelas y plazoletas durante muchos años.

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R. Mera